El presidente Pedro Castillo acaba de declarar: “Algunos pituquitos que escuchaban de la segunda reforma agraria decían y cuándo se dio la primera. No saben escoger una herramienta ni labrar la tierra. Nosotros, los campechanos, los agricultores, sí sabemos…”. Trataba de revalorar su condición campesina, sencilla y de trabajo manual, frente a los otros que viven en las ciudades y que desaprueban su gobierno, aunque con tono discriminador.
Es cierto que el término campechano ha sufrido múltiples acepciones. Originalmente se decía de los que provenían de Campeche, en México; pero, luego se estableció también a los que provenían del campo, aunque su significado más extendido es de aquella persona que se comporta con llaneza y cordialidad.
Con esta última concepción de campechano hay que dirigirse al presidente Castillo para decirle que sus decisiones tomadas por él o por interpósita persona están llevando al país directamente al camino de la vacancia presidencial. Una nueva crisis política, social y económica del país que puede acabar en nuevas elecciones generales junto a las regionales y municipales el 2022.
Pedro Castillo al igual que Pedro Pablo Kuczynski ganaron la presidencia de la República a la eterna candidata Keiko Fujimori, por poco más de 40 mil votos en ambos casos. Estrecho margen y estrecha legitimidad para asumir y gestionar la presidencia de la República.
Haría bien en mirarse en ese espejo el presidente Castillo. ¿Cómo un “gringito” o “pituquito” con experiencia en gestión pública y privada fue en la práctica obligado a renunciar a la presidencia?
Es cierto que la herida en el ojo de la señora Fujimori y la denuncia de lobbies del señor PPK gatillaron la salida, pero, para nuestros fines lo más importante, al igual de lo que ocurre en el actual gobierno, se dejó de lado la gestión política y el análisis para la toma de decisiones. Se creyó que el “gabinete de lujo” y sus nombres eran suficiente para hacer andar la administración gubernamental en medio del acoso permanente del fujimorismo.
Hoy, existen, por lo menos, doce carteras ministeriales conducidas por personas que provienen de partidos u organizaciones de izquierda, pero es claro que no existe un grupo compacto y todos parecen muy ocupados o copados en sus compartimentajes sectoriales, quizá “acumulando políticamente”. Hasta la propia presidencia de la República es un compartimento más.
Como la mayoría de mandatarios el presidente Castillo también planteó fomentar la meritocracia en el Estado y por supuesto, ha seguido el camino conocido de apelar a los círculos de confianza para su entorno en palacio. Y, ese junto al del MTC, MINEDU y Defensa debe ser los entornos más próximos a la presidencia de la República
En el resto cada cartera ha sido producto de la transacción política entre grupos de izquierda que no provienen de Perú Libre y se nota que cada uno anda en sus temas ministeriales y no hay un conjunto, un colectivo, un gobierno. El presidente encabeza, es el rostro visible del gobierno, pero éste debe existir. Hasta ahora la imagen, desde fuera, es que prima la parcela y el compartimentaje.
Mirtha Vásquez tiene esta dura tarea de tratar de construir un colectivo gubernamental, porque no vasta con la Resolución Suprema que designa a los ministros, sino que estos además de ser responsables de su cartera como señala la Constitución son las autoridades políticas más próximas al Presidente de la República para conducir el gobierno.
Es tan grave la situación política del gobierno del presidente Castillo que el propio Cerrón lo desconoce (“no es un gobierno de PL”) y se ha convertido en observador y en momentos oposición, viendo o esperando como cae este régimen presidencial.
Los límites presidenciales no se superan estableciendo un círculo o entorno de un gremio sindical, donde el objetivo principal es reivindicar y demandar cosas. Hoy, al otro lado de la mesa le toca dar cumplimiento no sólo a las demandas magisteriales, sino las del todo el país.
En ese escenario le toca al presidente de la República y la primera ministra establecer un círculo concéntrico gubernamental, una suerte de cuerpo de análisis político y de decisiones públicas, que permitan prever los yerros palaciegos, iniciar un camino de gobierno y hacer seguimiento de la gestión gubernamental en su conjunto. Pero que sobre todo tenga clara que el funcionario público sólo puede hacer lo que la ley permite y que existen formas, procesos y etapas, donde no sólo vasta el deseo o el querer.
Las personas que han recibido la confianza presidencial para ser parte del gobierno y tienen más experiencia política de izquierda que el propio presidente de la República tienen mayor responsabilidad si se quedan en su coto o compartimento ministerial y no logran construir un centro de decisiones gubernamentales al lado del presidente Castillo que se adelante a las crisis políticas autogeneradas.
Es la primera vez que un presidente de la República de izquierda es elegido por mandato popular, pero podría ser una breve estancia de ingratas consecuencias futuras para opciones de izquierda.