0,00 S/

No hay productos en el carrito.

18.1 C
Lima
domingo, septiembre 8, 2024

Las vacancias simbólicas

La reciente encuesta del IEP, publicada por La República, presenta datos que, a cinco meses de instalados del Gobierno y el Congreso, son concluyentes y alarmantes. Por ello, mi primera sugerencia es descartar como prioridad del análisis el marco de la disputa entre los dos poderes del Estado, y reemplazarlo por un análisis de las instituciones y de las opciones democráticas de las elites y la sociedad.

Desde el año 2001 no tengo registros de un mayor deterioro público del presidente de la República y el Congreso que el actual. El presidente, con 60% de rechazo y 28% de aprobación a cinco meses de gobierno, y el Congreso, con 78% de rechazo y 18% de aprobación en el mismo período de tiempo, muestran un acelerado desgaste; y que esto suceda a 150 dias del inicio sus funciones no es, exclusivamente, un asunto de las reglas de la democracia. Mirar a otro lado es ahora un error de juicio.

En el caso de Castillo, se evaporan los elementos simbólicos que explicaban la parte “propia” de su representación en las últimas semanas. El rubro “se preocupa mucho por los que menos tienen” ha caído (19%) al igual que el “representa mucho a gente como usted” (19%). En tanto, a la pregunta de si Castillo “representa a gente como usted”, el 59% responde que poco o nada. En las regiones, el “Castillo me representa poco a nada” es alto en el norte (62%), centro (53%), sur (49%) y oriente (50%).

Un dato que incide en la evaporación de la aprobación “propia” del presidente es que es rechazado por el 50% de quienes se identifican como de izquierda y el 59% por los que se definen de centro.

Podria decirse, todavía sin preguntas específicas, que al diluirse la aprobación “propia” o positiva del presidente, se fortalecen otros vectores de su aprobación, particularmente el rechazo a sus opositores, la ultraderecha peruana y, como institución, el Congreso. De ese modo, la continuidad de Castillo parece estar cada vez más asociada al rechazo a sus opositores, un escenario más precario que no puede ignorarse. El virtuoso equilibrio de pesos y contrapesos es reemplazado por un equilibrio vicioso sustentado en el rechazo.

Otro dato inédito es que el 58% de peruanos cree que Castillo no terminará su mandato. En el juego de los matices, esta convicción es más alta en Lima (63%) en el sector A/B (62%) y en la derecha (68%); y más baja en el sur (54%) en el D/E (55%) y en la izquierda (49%). Los matices, sin embargo, no anulan el fenómeno y la tendencia.

La pugna entre el Parlamento y el Gobierno ha dejado de ser una competencia ideal o perfecta donde la caída de la aprobación del gobierno conlleva el aumento de la aprobación de la oposición. Lo que se tiene, como en el período 2016-2018 con PPK, es una competencia viciada donde el Congreso está golpeando y cayendo y el Ejecutivo cayendo  y contagiando. Ya habíamos advertido sobre el error de los grupos radicales de la derecha parlamentaria que creen que acosar a Castillo no significa acosar al sistema y a la opinión pública.

Los datos son elevados y consistentes y no parecen reversibles. En el imaginario público se gesta una vacancia simbólica de ambos poderes, aún cuando la respuesta constitucionalista sobre que deben ser respetados los resultados electorales es correcta y significa un aviso contra el uso de los mecanismos constitucionales como armas arrojadizas de la competencia. No vacar y no disolver continúan siendo por ahora parámetros básicos para la administración de la crisis. En el futuro, una u otra de estas medidas podría constitucionalizarse.

Por ahora el deterioro está ahí y crece. Las opciones de vacancia, renuncia, pacto por una gobernabilidad mínima para evitar elecciones adelantadas, o las elecciones mismas para los dos poderes, tienen casi las mismas posibilidades. No obstante, los datos del deterioro anuncian sus límites: las opciones rupturistas tienen menos fuerza si no van acompañadas de la movilización de la sociedad o de evidencias gruesas.

Se acerca la hora de un pacto; en el mismo Congreso y en otros ámbitos del sistema pueden surgir fuerzas que impulsen una negociación que impida un Big Bang en las siguientes semanas. Encarar la crisis prefiriendo al presidente o al Congreso no es viable, esencialmente porque el Congreso no gobierna. Es cierto que, según la encuesta, el 43% se siente más representado por Castillo, el 31% por el Congreso y el 24% por ninguno, pero el momento es de pensar en las salidas.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Columnistas de Hoy

Seguidores

2,913FansMe gusta
510SeguidoresSeguir
5,258SeguidoresSeguir
450suscriptoresSuscribirte

Suscríbete a nuestro boletín

Bienvenido(a)👋 Un placer conocerte. Regístrate para recibir contenido interesante en tu bandeja de entrada.

¡No enviamos spam! Puedes desuscribirte en cualquier momento.