Honduras es uno de los países más pobres de América Latina. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas señalan que en el 2021 la pobreza subió 6 puntos pasando de 68 a 74 por ciento de la población y en el caso de la pobreza extrema subió de 42 a 53.7 por ciento, lo que significa que más de la mitad de su población vive con menos de un dólar al día.
El pasado 28 de noviembre de 2021 el pueblo hondureño celebró elecciones generales para elegir autoridades en el nivel presidencial, diputados al Congreso Nacional y gobiernos locales. Desde antes del proceso se consideraban a estas elecciones como decisivas para el futuro de Honduras, debido a altos niveles de agotamiento del sistema democrático hondureño que pasados 12 años después del golpe de Estado de 2009 no había logrado superar la polarización interna y que venía siendo gobernado de manera continua por el Partido Nacional, acusado de escandalosos niveles de corrupción pública, haber destruido la independencia de poderes, cerrado los espacios de participación social, altos niveles de violaciones a derechos humanos, denuncias de fraude electoral en los comicios del año 2013 y 2017 aunado a las fuertes denuncias por parte de los Fiscales de Estados Unidos de penetración del crimen organizado tanto del Presidente en funciones y de varios miembros de su gabinete, incluyendo altos jerarcas militares y policiales.
En los últimos años el mundo ha presenciado las denominadas caravanas de migrantes, que no son otra cosa que miles de hondureños que huyen a pie hacia Estados Unidos desencantados de la precaria democracia hondureña. Por esas y otras razones más el proceso electoral del 28 de noviembre ha sido considerado como un punto de quiebre entre el continuismo de la crisis democrática o una oportunidad para apuntar a un futuro con oportunidades de enderezar la ruta.
Y las urnas hablaron, el pueblo hondureño salió a votar masivamente, las proyecciones estiman que se alcanzaría el 70% del padrón electoral en un hecho sin precedentes desde el retorno a la democracia en el año 1981. Los resultados preliminares apuntan a que una Coalición de partidos de Centro izquierda liderada por Xiomara Castro (del Partido Libertad y Refundación -LIBRE- de corte izquierda) habría ganado las elecciones con 53.49 por ciento arriba de su más cercano contendor Nasry Asfura del oficialista Partido Nacional que alcanza un 33.98% de votación, con más del 60% de urnas escrutadas.
Xiomara Castro será la primera mujer en gobernar Honduras, aunque se le pretende señalar como cercana a la izquierda radical latinoamericana por ser la esposa del derrocado presidente Manuel Zelaya Rosales (golpe de Estado de 2009), la realidad es que ella es una lideresa por derecho propio, que por años ha construido una fuerte alianza con las organizaciones de mujeres y feministas del país, su discurso es más de carácter progresista inclusivo de los sectores sociales más vulnerables. También ha anunciado reinstalará en Honduras la Comisión Internacional contra la Impunidad (CICIH-2) en coordinación con el sistema de Naciones Unidas para enfrentar la gran corrupción pública– tema considerado vital para la agenda Estadounidense en la región de Centroamérica- , además que no hay que olvidar que lleva como vicepresidente de la República a Salvador Nasralla considerado como un líder de la centro-derecha hondureña.
Sin duda su gobierno será más o menos fuerte en la medida que se esclarezca en los siguientes días la conformación del Congreso Nacional donde a la Coalición ganadora le faltan aún algunos diputados para lograr la mayoría simple necesaria para emitir y derogar las leyes para reconstruir el Estado de Derecho debilitado en los últimos años. Lo que sí es cierto es que hoy día Xiomara Castro tiene el amplio voto de confianza del pueblo hondureño que renueva en ella sus esperanzas de reconstruir la ruta de la justicia y el desarrollo.