Cuatro estudiantes de la universidad se reúnen una noche. No son todos amigos, pero se ubican y se conocerán. Alguien plantea una pregunta que motivará una discusión y marcará el inicio de una noche especial porque será larga, confesional y, por eso mismo, sorprendente. Boulder, el lugar donde se ubica la universidad en la que estudian todos, ¿es un pueblo o una ciudad?, es la pregunta.
Jeremías Gamboa, con este nuevo libro, “Animales luminosos”, se encargará de resolver dicha interrogante y, mientras lo hace, nos relatará los variados sucesos y sentidas declaraciones que le dan forma y contenido a la historia.
Avanzada la noche, después de tomarse algunos tragos en distintos bares, el pequeño grupo se divide: un peruano, que ha salido de su país a estudiar y radicarse en Estados Unidos para hacer realidad “el sueño americano”, se queda acompañado de su amigo Nate; y siguen ambos descubriéndose mientras transcurren las horas. Los otros se van a otro lado.
Jeremías Gamboa es un escritor con oficio: utiliza párrafos bien hilvanados, sin interrupciones y con mucha locuacidad, a buen ritmo, para configurar el encuentro de Nate y su amigo peruano. Describe los paisajes con meticulosidad e intercala diálogos que dan pausa e imprimen contenido, mientras hace el recuento de las vidas de los dos amigos. La lectura permite imaginar el sitio, los gestos de los personajes y la sincera cercanía de su conversación.
Hay un dato que en el desarrollo del relato va suscitando interés por su misterio: el peruano es quien nos va contando las cosas, pero –oh, sorpresa- no sabemos cómo se llama. Se trata de un novedoso recurso literario que cumple su función.
Es interesante destacar también que, en esa larga noche de algunas confesiones íntimas, no obstante que se hayan dicho en diferentes y bulliciosos lugares llenos de juventud, música, humo y licor, se presente un común denominador: el tema de las chicas embarazadas que se plantean el aborto como una decisión propia, íntima y personal, de ellas solamente. En otras palabras, sin hacer partícipes a sus parejas.
La conversación amistosa de Nate y el peruano gira alrededor de ese asunto, tan ajeno como escabroso. Es la pareja de Nate la que le dice que ella es la que decidirá, sola, si interrumpe o no su embarazo. Lo mismo ocurrirá cuando el peruano, finalizando la noche, se encuentre con su compañera de aula, Josefina, a quien le contará la historia de un buen amigo que en Lima enfrentó una situación aún más dramática que el aborto mismo de su joven pareja. Por cierto, que alrededor de tales alcances hay variadas reflexiones que lindan con la moral, la religión y las costumbres sociales.
El peruano narrador (Jeremías Gamboa para el caso), recurre en ese momento, además, a explayarse acerca del contexto histórico de la realidad del Perú para que Josefina, una estudiante en Estados Unidos, pueda comprender el fenómeno. Las inmensas brechas sociales, la discriminación de los cholos, el ensimismamiento de las élites privilegiadas, la demencia terrorista de Sendero Luminoso y el fujimorismo como expresión política. La suma de tales anormalías, inentendibles para Josefina, puede darle sentido a que la familia de la chica embarazada por el amigo del peruano haya decidido que ella aborte porque el enamorado no era de raza blanca ni gente decente.
Jeremías Gamboa hace que todo suceda en una sola noche, ininterrumpidamente, en una sucesión de confesiones íntimas, incluyendo, al amanecer, los flirteos de Josefina después de relatar su propia traumática experiencia personal, mientras el peruano escucha la historia de ella, recibe luego sus insinuaciones, y ambos, contemplando las luces que alumbran el paisaje, diverso y hermoso, confirman que están en una ciudad.
“Animales luminosos”, de Jeremías Gamboa, es una lograda novela en la que se evidencia el sello creativo y didáctico de su autor.