Una acción de fuerza, no es en sí misma un conflicto social, pero sí su expresión. El conflicto social es la condición subyacente a la acción de fuerza, está antes de la crisis y continuará aun cuando esta haya desescalado.
Las condiciones para la existencia de un conflicto social pueden ser el abandono por parte de las autoridades, la exclusión en la que vive una colectividad, la contaminación ambiental, la imposibilidad del acceso a los servicios básicos, es decir, todo aquello que disminuya las condiciones de vida de un grupo humano, las condiciones que determinan una situación conflictiva; son estructurales.
Por ello, es necesario pensar en la forma cómo afrontar la situación de conflictividad que existe en el país. Las mesas de diálogo que se realizan con motivo de un conflicto social, se agotan muy fácilmente, no sirven ya ni de contención para nuevas acciones de fuerza y van perdiendo su inicial capacidad de concretar acuerdos en pos de la gobernanza.
No se debe creer entonces, que al instalar un espacio de trabajo (mesa de desarrollo, mesa de diálogo, etc.) el conflicto social desaparecerá. Esto no será así, no desaparecerá, y, más bien, podría expresarse cada vez más violentamente, sobre todo, si no se cumple lo pactado en estos espacios.
El Estado, tiene que cambiar la forma de mirar, caracterizar y afrontar los conflictos sociales. Las respuestas tienen que ser de mediano y largo aliento, porque de largo plazo con los problemas que se expresan a través de las acciones de fuerza.
Y este afrontamiento tiene que implicar a todos los niveles de gobierno y a las organizaciones representativas de cada zona. Todas las regiones tienen una agenda histórica de desarrollo más o menos consensuada. Ese debe ser el punto de partida.
Pero, hace falta un norte como discurso, como propuesta desde las autoridades nacionales y locales también, voluntad de consenso por parte de todos los actores y, sobre todo, voluntad de atender a las poblaciones y acompañarlas en su proceso de desarrollo.
También se necesita legitimidad por parte del Ejecutivo para lograr involucrar a todos los actores en la propuesta de desarrollo y mantener viva esa voluntad en el tiempo. Es necesario que el Estado recupere la confianza de los actores para poder generar consensos, eso requiere operadores calificados actuando en los procesos que impulsa.
Pero, sobre todo, se necesita mecanismos legales que garanticen el cumplimiento de los compromisos, mecanismos que le den posibilidad de seguimiento público a los acuerdos con un cronograma establecido, para que la ciudadanía pueda hacerle seguimiento en tiempo real.
Las Bambas es un conflicto social que requiere mayor concentración y creatividad por parte del Gobierno, mucha paciencia y voluntad de servicio y, al mismo tiempo, fuerza para que todos los actores cedan un poco, es un trabajo más complejo, pero nada que el diálogo inteligente no pueda solucionar.