Si se quisiera darle forma a la erudición, representarnos cómo es, nada mejor que recurrir al libro “Delirio americano”, del intelectual colombiano, Carlos Granés. Porque eso es lo que es este ensayo: expresión cultural, reflexión histórica, asertiva interpretación sobre el arte, la política, la poesía, la pintura y la literatura, en síntesis, erudición pura.
El libro hace un recorrido por la historia de América Latina durante el siglo XX hasta nuestros días. Se trata de una travesía intelectual que comprende, como se ha anticipado, varias de las áreas del saber humano: la política, el arte, la literatura, así como las ideas y los personajes que se encargan de hacer relevantes los acontecimientos humanos. Con gran solvencia intelectual y no menos elegancia y seriedad en su prosa, Carlos Granés nos introduce en la desconcertante locura latinoamericana, por lo genial e inverosímil al mismo tiempo.
La reflexión se inicia con el desafío intelectual de la poesía: América Latina es la tierra de los quehaceres del pensamiento y la creatividad artística: escribir, pintar, pensar es propio del alma latina; a diferencia de Estados Unidos que, estando en el mismo continente, se inscribe en la práctica utilitaria e instrumental. Los latinos son reflexivos, los anglosajones prácticos. Este primer alcance marca la diferencia entre el norte y el sur. Desde ese punto de partida, Granés comienza un pormenorizado examen de las ideas de nuestros pensadores, desde el uruguayo José Enrique Rodó (autor del célebre ensayo “Ariel”), pasando por los peruanos Víctor Raíl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, el chileno Vicente Huidobro y el argentino Leopoldo Lugones, para terminar en nuestros modernos intelectuales, creadores de ficciones y notables reflexiones, como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Roberto Bolaño.
El repaso de la historia política, que le concede sustento al concepto demencial de Latinoamérica, tiene una característica: su acierto. Mientras que Estados Unidos se concentra en promover y resguardar militarismos autoritarios en la región, no advierte que tales regímenes cultivan formulas fascistoides o, en el mejor de los casos, gobiernos contrarios a los valores democráticos. Es más, comienza a tomar forma el fenómeno del populismo, que sigue manteniéndose hasta ahora en nuestros países, usando diversos ropajes de izquierda y de derecha. Carlos Granés lo detalla con la precisión de un cirujano cuando revisa los gobiernos de Lázaro Cárdenas en México, Getulio Vargas en Brasil y, especialmente, Juan Domingo Perón en Argentina.
Sin embargo, dicha tendencia autocrática empezará a cambiar hacia la democracia una vez que Estados Unidos toma la decisión de hacer sentir su hegemonía en el continente. No más dictadores enloquecidos, nada de gobiernos tropicales, basta de liderazgos extraviados. Eso se intenta, aunque no siempre se consigue. La historia misma lo acredita.
Pero el ensayo de Carlos Granés va más allá de la política y los gobiernos. La locura latinoamericana invade otros terrenos. Por ello, se inmiscuye, con singular conocimiento, en el desarrollo del arte pictórico, en particular en el del muralismo de los pintores mejicanos, Siqueiros y Orozco, así como también en el de la poesía y sus vanguardias. Sobre esto último, alude al denominado movimiento del crack de México y a su visión rupturista: de ahí nace la inspiración del mencionado escritor chileno, Roberto Bolaño, iniciador de una nueva narrativa latinoamericana: propia, distinta, y claramente diferenciada del famoso boom de la novela hispanoamericana de la década de los años sesenta del siglo pasado.
Carlos Granés ha trabajado, investigado, estudiado y reflexionado durante diez años para escribir esta monumental obra, que resume la vida política y cultural de nuestra enloquecida América Latina. El esfuerzo, sin duda, ha valido la pena: para él, su autor, hoy en día unánimemente reconocido por quienes hemos disfrutado de su obra y aprendido de ella. Pero, además, lo es para todos quienes siguen manteniendo el interés por conocer nuestras raíces y nuestra abrumadora cultura.
Leer “Delirio americano” de Carlos Granés, es un ejercicio terapéutico antes que un loco extravío.