Aunque en el portal del Congreso de la República figuran diez grupos parlamentarios con sus respectivos reglamentos[1], a la fecha existen al menos doce agrupaciones de congresistas.
Según información del periodista Martín Hidalgo, los doce grupos serían: Fuerza Popular (con 24 integrantes), Perú Libre (16 integrantes), Acción Popular (15), Alianza Para el Progreso (14), Avanza País (10), Bloque Magisterial (10), Renovación Popular (9), Perú Democrático (7), Somos Perú (5), Cambio Democrático (5), Perú Bicentenario (5) y Podemos Perú (5). Además, hay cinco congresistas no agrupados.
Los grupos denominados Bloque Magisterial, Perú Democrático y Perú Bicentenario son producto de la división de Perú Libre que dejó de ser la bancada más numerosa. Este lugar es ocupado actualmente por Fuerza Popular.
Aún es posible que se produzcan cambios en la composición de las bancadas –así funciona nuestro parlamento desde hace varios periodos- pero la sola formalización de los 12 grupos parlamentarios antes citados producirá cambios en el Congreso que dentro de un mes iniciará su segundo año legislativo.
En efecto, estamos a poco menos de 30 días de que se elija la mesa directiva que conducirá el Congreso en el periodo que va de julio del 2022 a julio del 2023. En un Congreso fraccionado como el que tenemos, la elección de la mesa directiva requiere negociaciones entre bancadas y aunque exista un acuerdo adoptado el 2021 para que luego de la presidencia actual a cargo de Acción Popular sea Alianza Para el Progreso quien presida el Congreso, la realidad política muestra que la situación es más compleja que una simple alternancia pactada.
La elección de la presidencia del Congreso para el periodo 2022 – 2023 tiene una importancia especial si consideramos que aún persiste –y, por momentos, se incrementa- la posibilidad o pretensión de una vacancia presidencial que llevaría a quien presida el Congreso a asumir temporalmente la presidencia de la República y convocar a elecciones generales. Esto hace que los grupos parlamentarios asuman que no se trata únicamente de elegir a quien dirigirá el poder legislativo, sino a quien tenga la capacidad de conducir un eventual gobierno transitorio y afrontar la complejidad del escenario de crisis que ello supone. Son palabras mayores y asoma siempre la duda de que nuestros representantes políticos estén a la altura de tamaña responsabilidad.
Más allá de la correlación de fuerzas para la importante elección de la nueva mesa directiva, la existencia de doce grupos parlamentarios modificará la composición de las comisiones ordinarias del Congreso y sus presidencias. Por la forma en que actúa nuestro parlamento, la presidencia de las comisiones tiene un peso relevante para decidir la prioridad que se otorga a uno u otro proyecto de ley, así como para la elaboración de los respectivos dictámenes. Por citar un ejemplo, desde octubre del 2021 está en la comisión de justicia un proyecto para legislar el matrimonio igualitario[2], pero aún no ha sido puesto en agenda para el debate.
De otro lado, un mayor o menor número de grupos parlamentarios altera la conformación de la junta de portavoces, instancia que con los años ha adquirido una relevancia que quizás no fue prevista cuando se incorporó en la estructura del Congreso; la junta de portavoces puede, por ejemplo, alterar la agenda del Pleno sobre la marcha.
Es interesante como la agenda programática ha llevado a la conformación de bloques multipartidarios integrados por congresistas de diversos grupos. Menciono dos: el bloque parlamentario por la reforma universitaria[3], que ha desplegado importantes esfuerzos para detener la contrarreforma y el debilitamiento de la SUNEDU, y el bloque por la igualdad de género[4] que ha batallado por mantener el enfoque de género y la educación sexual integral en el currículo de las escuelas. Ojalá en el nuevo año legislativo veamos también un bloque multipartidario por la integridad que asuma la lucha contra la corrupción y la impunidad que en las últimas semanas se ha manifestado en el “blindaje” a altos funcionarios acusados constitucionalmente como el ex contralor Alarcón, el ex fiscal Chávarry o el ex congresista Merino.
La desaprobación del Congreso por parte de la ciudadanía es bastante alta y eso no le hace bien a nadie, pero tampoco se resuelve mirando hacia el costado.
[1] https://www.congreso.gob.pe/gruposparlamentarios/reglamentos
[2] https://wb2server.congreso.gob.pe/spley-portal/#/expediente/2021/525
[3] https://twitter.com/BloqueEducacion
[4] https://twitter.com/bloque_IG