El viernes 24 de junio ocurrió algo sin precedentes en los Estados Unidos: la Corte Suprema de esa nación ha decidido, por seis votos contra tres, anular el derecho al aborto legal en ese país, dejándolo a la decisión de los gobernadores de cada estado y los votantes; a pesar de haber aseverado que el eso se conoció en el documento filtrado en un medio estadounidense no era la opinión mayoritaria de la corte suprema, al final primó la ignorancia y el dogma cristiano recalcitrante, que ataca a la mujer por tratar de ejercer un derecho fundametal: decidir sobre su cuerpo.
La Organización Mundial de la Salud ha publicado en todas sus redes un texto acerca del significado de eliminar el derecho al aborto legal después de casi 50 años de ser “la ley de la tierra”, como se lee en ese país. Aqui primero definen la salud, y la OMS se refiere a esta como un estado de bienestar completo, físico, mental y social, y no solo a la ausencia de enfermedad. Bajo este concepto es que quiero que veamos lo peligroso que puede ser que el máximo tribunal de los Estados Unidos haya decidido revocar un fallo histórico, emitido en el año 1973, y que ha ayudado a muchas mujeres a salvar su vida.
Según los datos de un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, la mitad de los embarazos ocurridos en el mundo, 121 millones cada año entre 2015 y 2019, no fueron deseados por las mujeres que los llevaron: seis de cada diez de estos embarazos culminaron y culminan en abortos, y tres de diez del total de embarazos, deseados o no; estas son cifras reales, fortísimas y reales. Negarlas no va a hacer que desaparezcan; negar el acceso a la salud integral a los que menos tienen solo trae desastres como los que ya hemos observado con la pandemia de la COVID19.
Tal vez la estadística más terrible registrada en el informe es que entre un 4.7% a un 13.2% del total de las muertes maternas son causadas por un aborto inseguro. Citando de nuevo a la OMS, asegurar el acceso a un aborto seguro, hecho con respeto y sin discriminación es parte del alcance de los objetivos sostenibles de desarrollo que están relacionados a la buena salud, el bienestar y la igualdad de género.
Basada en estos datos, debo repetir: la salud femenina es un derecho fundamental, no un favor; claro, esto significa un ataque al patriarcado heteronormativo por todos sus flancos, y éste jamás dejará de combatir la libertad sexual de las mujeres, porque supone tener la libertad de decidir sin vergüenza y por placer, algo que el poder patriarcal considera la mayor de las afrentas para la sociedad conservadora y que pretenden arrebatarnos a la fuerza.
- Me siento profundamente afectada por esta decisión porque, aunque sé que el país del norte no es ni maravilloso ni ejemplo de nada, formaba parte del escaso grupo de aquellos que son lo más cercano a una sociedad más o menos libre, donde la gente puede lograr sus sueños en libertad, y vivir su vida sin importarle el resto, donde se podia crecer en respeto y solidaridad con el otro. Hoy, sabiendo que en un país como ese pueden ocurrir este tipo de situaciones, ¿qué podemos esperar de países como el Perú, u otros en Latinoamérica? ¿Qué le espera a un país en el que a pesar de tener un 30% de hogares con una madre soltera como jefe de familia, las mujeres que nos representan en el Estado no hacen nada por esas ellas? Y más bien, parecen estar dedicadas a buscar formas de hundirnos más en el oscurantismo.
Desesperanza y miedo siento por todas nosotras, y sin embargo no es tiempo de temer: es tiempo de luchar y organizarnos; no retrocedamos ante los embates de la ola mundial de conservadurismo que nos quiere convertir en una representación de El Cuento de la Criada.