A pesar de los muchos esfuerzos que se ha puesto en la lucha contra la pandemia, aún tenemos mucho que lograr; sobre todo -como mencione en mi columna anterior- acerca de la solidaridad para un cambio progresivo no solo de sistema de salud, sino también de sistema de alimentación y explotación de recursos a nivel mundial.
Si bien existen muchos intereses detrás de las estrategias que se plantean los gobiernos para la lucha contra la pandemia, desde la producción de las vacunas hasta su reparto, lo que todos necesitamos entender es que debemos cambiar el curso de ciertas debilidades del sistema; una de ellas -la más importante, creo- es la dependencia de los países del sur global hacia los del norte global; dicho en palabras simples: la colonización de la salud debe terminar.
Como sabemos, muchas de las formas en que el Perú ha desarrollado su lucha contra la pandemia han dependido, como en otros países de mediano ingreso, de la tecnología y el acceso a suministros de otros países; debido a nuestra pobre capacidad científica y tecnológica, las oportunidades de poder sobrevivir a una pandemia con nuestras propias herramientas y sin recurrir a la ayuda internacional es en este momento nula.
Perú ha relegado por años el proceso de la investigación y desarrollo científico: la discusión insulsa sobre la producción de la denominada vacuna peruana, o de las pruebas moleculares rápidas, son pruebas de esta premisa. Sin embargo, tratar de alcanzar el desarrollo científico y tecnológico necesario no es populismo como podrían algunos aseverar: es una necesidad real, no solo para el Perú, sino para todos los países que se encuentran en el sur global. Por ejemplo, en América Latina, el gran logro de Argentina y México para producir en sus territorios las vacunas AstraZeneca, Sinopharm y Gamaleya, o el de los Emiratos Arabes Unidos que producirán Sinopharm en Abu Dabi, demuestran que esta deberá ser una política publica a impulsar en lo años venideros para todos los países de mediano y pequeño ingreso localizados en su mayoría en el sur global.
La implementación de tal premisa necesitará de cambios radicales en políticas y legislaciones internacionales acerca de la producción y desarrollo de tecnologías medicas, así como implicará cambios en los protocolos de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Mundial del Comercio, para permitir que instalaciones en países que tengan la capacidad, aunque no pertenezcan al Norte Global, puedan producir masivamente, e implicara además el impulso a la distribución equitativa, no solo de tecnología, sino también de conocimiento.
Es por eso que estamos en un momento crucial de la historia de la humanidad, como creo que han sido antiguas crisis, no solo las producidas por la guerra, sino también por anteriores pandemias o epidemias; estos eventos hacen que la producción tecnológica y científica se acelere y sea apoyada de manera inigualable, pero también hacen que las propuestas sociales para lograr un mundo mas equitativo y diferente se manifiesten notablemente.
Así, existe una oportunidad para el cambio, y nuestro país no puede desaprovecharla. Es momento de pensar pues el desarrollo de la ciencia y la tecnología significan también la creación de fuentes de trabajo digno para muchos peruanos, además de un cambio de paradigma mundial donde la dependencia del sur global lo ha puesto en el papel de ser tan solo un receptor -no solo de tecnología sino también de conocimiento- del norte global. Es el momento de entender que una coalición de países del sur global puede producir cambios radicales en el camino al futuro, y dejar de ser solo productores de mano de obra barata para poder convertir la cooperación científico-tecnológica en una fuerza activa de preparación contra futuras pandemias.