¿Qué más podría agregar a lo ya dicho y escrito en este escenario electoral que nadie hubiera imaginado? Quiero ensayar más bien un testimonio, porque he vuelto a escribir en esta maravillosa plataforma que me da la oportunidad de conversar con quien me lea desde el feminismo.
Soy testigo de momentos de esperanza a lo largo de mi vida. Viví con mi padre la ilusión del velasquismo. Recuerdo con emoción el Campo de Marte lleno de indígenas y campesinas/os cuando pensábamos que la tierra sería de ellos y ellas. Llegué a San Marcos en un momento de confusiones y debates y no entendía por qué había que hacer referencias a otros países. Encontré a maestros como Antonio Cornejo Polar que, en sus palabras, me hizo entender qué era la pluriculturalidad desde la literatura, no era político. Esa ilusión de rencontrar un mundo distinto en la universidad, a pesar de la oscuridad de la dictadura de Morales Bermúdez, nos llevó a la ilusión otra vez del paro nacional y la caída del dictador.
Entré a trabajar con Hugo Blanco y fue otro momento de ilusión: la Asamblea Constituyente de 1978. Vinieron nuevos gobiernos y llegó el fujimorismo. La oscuridad regresó, unida a la violencia política, que tampoco imaginamos nunca. Regresaron momentos difíciles y luchamos por la democracia, pensando que esa transición abriría al país una nueva oportunidad. No fue así: todos los que nos gobernaron están presos o muertos. Y ahora, nuevamente, la incertidumbre de que lo poco avanzado vuelva a cero, y más aún los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI, que tomó fuerza, tal como los pueblos indígenas y afroperuanos.
¿Qué más podía pasarnos? ¿Alguien lo imaginó? No creo, ni en la peor novela de terror. El Perú es un espacio geográfico desencontrado, profundamente fragmentado. ¿Podremos, después de la segunda vuelta, tener una nueva oportunidad? Los miles, millones de hombres y mujeres sin pan, sin agua, sin luz, sin techo, sin futuro, ¿podrán seguir aguantando? ¿Cuánto más se les puede pedir que aguanten una vida miserable, mientras las élites disfrutan de una buena vida y no han querido en todos estos años tomarlos/as en cuenta?
¿Por qué tendríamos que pedirles que nos entiendan a quienes, con luchas, hemos conquistado algunos derechos? ¿Qué oportunidades hubo para entender qué es un enfoque de género o qué es un feminicidio? El sistema educativo no sirvió gran cosa para esos avances. ¿Cómo me alzo para decirle a un maestro que no entendió bien lo que yo tardé años en entender, gracias al feminismo? El origen de la violencia contra las mujeres, qué es el machismo, qué es la desigualdad, la igualdad de género, el enfoque de género.
Las élites sí lo entendieron y por eso fueron firmes en oponerse a la despenalización del aborto y pusieron trabas para entender que es la paridad, o a nuestros derechos sexuales y reproductivos. ¿No arrastraron, acaso, a cientos en sus movilizaciones?
Toleramos el machismo, la pobreza, toleramos la violencia contra las mujeres, la impunidad, la corrupción, la injusticia, las desigualdades sociales, económicas y culturales.
Hemos llegado al fondo con una pandemia devastadora. El sinceramiento del gobierno con las cifras aterradoras de 180,764 peruanos y peruanas fallecidos llegan a días de la definición quienes se harán cargo del gobierno. Reconstruirnos, reconstruir un país devastado será tarea de titanes y titanas. ¿Podrá el patriarcado cambiar ahora que todo está derruido? ¿Habrá una oportunidad para construir nuevas masculinidades? ¿Podremos las mujeres en nuestra diversidad ser escuchadas sin prejuicios? ¿Podrá una nueva generación hacerse cargo y construir un nuevo país inclusivo, sin desigualdades? La mía no pudo hacerlo, y las que conocí, tampoco.
Quiero imaginar un Congreso que dialogue y un Estado cuyo centro sean las personas, las mujeres, nuestros pueblos olvidados, la comunidad LGTBI. Quiero imaginar un lugar de diferentes en diálogo permanente. Lo que hemos vivido las últimas semanas es una guerra entre peruanos y peruanas, que no sabemos cuándo ni cómo parará. Indudablemente no acabará la guerra después de las elecciones de la segunda vuelta. No dejarán gobernar a Castillo si gana, y si Fujimori gana, esa mitad del país seguirá en pie de lucha porque sospecha, intuye, que los ofrecimientos no se cumplirán y temen que se inicie una persecución como la de Duque en Colombia.
Atrapados y atrapadas sin salida, así estamos. No me iré a ningún lado. Seguiré aquí, en Lince, escribiendo lo que nos toque vivir los próximos años, defendiendo nuestros derechos y lo poco que avanzamos. Se lo debo a mis ancestras, a quienes se les fue la vida luchando por las mujeres, para que conozcamos la verdad de las esterilizaciones forzadas, para que tengamos derecho al trabajo, a la educación, al voto, a la igualdad, a vivir una vida libre de violencias.
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Es una verdad que nos duele a muchas Mujeres que gracias a ustedes abrimos los ojos, es nuestra responsabilidad seguir sumando a mas mujeres y varones, para disminuir las brechas de desigualdad en nuestro país, se lo debemos a nuestras ancestras y a las nuevas generaciones.
Gracias por labor hecha y por la voluntad de seguir a pesar de las adversidades.