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jueves, marzo 20, 2025

¿Qué se espera de las vacunas en el siguiente gobierno?

Quien salga electo luego de la segunda vuelta nos gobernará durante cinco años -eso esperamos- y también será la persona que por el resto del año estará encargada de completar lo que en este momento es el principal reto de los peruanos: vacunar a todos los adultos mayores de 18 años hasta fines del 2021.

 

Según el informe de patamarilla.com acerca de los programas de lucha contra la pandemia de ambos candidatos escrito por Manuel Silva, queda claro que ninguno sabe cómo desarrollar tales planes; a mi parecer lo único que debieron asegurar ambos candidatos durante los últimos debates, era el desarrollo del programa de vacunación contra la COVID-19 desplegado por el gobierno de Francisco Sagasti bajo la estrategia territorial y de riesgo, sin ningún cambio, además que respetarán los contratos ya firmados, sin renegociar ni poner trabas, ni ofrecer vacunas a los privados para la especulación.

 

Leyendo el plan de Castillo, él ofrece una vacunación gratuita, universal y sin privilegios, y sin ideologías que rechacen cualquier tipo de vacunas, algo bastante general en sentido epidemiológico, que requería ser más explícito y aterrizar mejor la propuesta; debo decir que la frase gratuita, universal y sin privilegios, para mí, asegura algo que la otra candidata no ha puesto sobre la mesa. Sin embargo, también pienso que lo único que bastaba decir era que aseguraría la continuidad de la exitosa campaña de vacunación actual, y nada más.

 

Por su lado, Keiko Fujimori escribe en su plan de lucha contra la pandemia la frase “que propondrá la administración adecuada y paulatina, de vacunas que hayan demostrado carencia de efectos adversos y que tengan una eficacia de un mínimo de 70% (no de 50% que es el umbral que aplicará el fabricante)”. Sinceramente tengo muchos cuestionamientos a esta afirmación, que demuestra su total desconocimiento de cómo funcionan las vacunas y que significa su efectividad, y el sesgo ideológico que solo los lleva a pensar que las vacunas sin efecto secundarios o efectividad sobre el 70% sean las únicas adecuadas; si fuese ese el caso no podríamos aplicar en el país ni siquiera las vacunas producidas por Pfizer.

 

Quienes estudiamos estos menesteres, sabemos que todas las vacunas tienen efectos adversos. Sí, TODAS: los efectos adversos como en todo tipo de medicamentos siempre aparecen, en menor o mayor proporción; pero siempre los hay, ¿Por qué? Porque la fisiología humana es compleja, todos reaccionamos de manera distinta, tanto por esas diferencias fisiológicas como por el contexto epidemiológico en el que nos encontremos.

 

Además, cuando se estudia epidemiología, específicamente en la parte de los ensayos clínicos para probar todo tipo de sustancias y metabolitos -entre ellas las vacunas-, lo primero que te enseñan es que teóricamente desde una efectividad de 50% puede decirse que una vacuna es adecuada y aceptable para que pueda desplegarse a la población.

 

Finalmente, en su frase menciona “manera adecuada y oportuna”. ¿Qué es exactamente lo que eso significa, y de acuerdo con el criterio de quién? ¿De sus asesores? ¿Médicos asociados a intereses personales y de grandes conglomerados económicos? Algunos de ellos se han encargado de dañar la campaña de vacunación desde el principio, con un feroz ataque ideológico en contra de lo único que podía salvarnos de esta endemoniada pandemia. Sinceramente lo dudo: el equipo científico de la candidata da vergüenza ajena, y no debería aparecer en escena ni por asomo.

 

En todas mis columnas he sido bastante imparcial tratando de ver los hechos y usando mi mente científica, con ánimo, pensando que podía haber esperanza; pero esta vez no lo puedo hacer. No puedo dejar mi indignación de lado ante el usufructo electoral de una candidata que ofrece bonos oxígeno -que no son bonos sino préstamos a largo plazo-, burlándose de la pérdida de tantas y tantas familias que a diferencia de la candidata no han tenido los privilegios de vivir en una burbuja como en la que ella vive, llena de lujo y comodidades conseguidas quien sabe cómo. No puedo, como profesional de la salud y persona que viene desde abajo, y que ha vivido y sabe lo que es la precarización y la mercantilización de la salud y ve todos los días el fallo del modelo, dejar de pronunciar mi voluntad de no permitir que esta persona se burle de nuevo de la gente que tanto ha perdido.

 

Se que esta columna sale el lunes, y sin saber quién será el ganador del domingo, pido a esas fuerzas poderosas del universo que el día que ustedes lean esta columna tengamos un futuro diferente, sin corrupción, con esperanza; como muchos hemos dicho estos últimos días, puedo equivocarme, pero si me equivoco prefiero estar del lado de la gente que necesita un cambio, no solo de sistema de salud, sino de vida.

Espero que si me equivoco sea por darle un poco de esperanza a la gente que no tiene nada, a la gente que ha sido relegada durante años, y que para ellos podamos decir que la gesta de la independencia empezó a hacerse realidad aún 200 años después.

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