Décimas, aritméticamente hablando, separarán al triunfador de la segunda vuelta presidencial entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo. Así fue en la segunda vuelta del año 2016, donde un poco más de 40 mil votos hicieron la diferencia entre ganador y perdedor.
En suma, un Perú dividido políticamente en dos y quizá el ejemplo de lo que hicieron o dejaron de hacer Pedro Pablo Kuczynski (PPK)y Keiko Fujimori luego de la segunda vuelta sirva como acumulación de conocimiento y lecciones aprendidas para que no se repitan en el 2021.
Con conocimiento de causa, desde el lado de PPK, con su llamado “gobierno de lujo” se caracterizo por no hacer política en relación con el parlamento, donde su principal contendora tenía 73 votos. Una fuerza política fáctica que se debió tomar en cuenta y que implicaba plantearse una estrategia para abordar, entablar coordinaciones y acuerdos parlamentarios a partir de una agenda de políticas.
Desde el lado de Fuerza Popular el 2016, como el vals de Mario Cavagnaro, su actitud fue de pica, de rabia y pena. En vez de usar la importante mayoría parlamentaria para proponer una ruta de políticas y reformas pendientes en el Estado, le ganó la crispación, la obstrucción, el boicot y la confrontación, que provocaron las crisis políticas y los cambios presidenciales sucesivos.
Hoy, los dos candidatos presidenciales han manifestado su voluntad de leer en la votación del 6 de junio, la demanda de cambio respecto de la economía y la política. Para alcanzar estas voluntades les debe quedar claro a los dos que gobernar no es sólo mandar, hacer que el otro sólo obedezca, sino principalmente convencer y alcanzar consensos y acuerdos. (A la candidata Fujimori, quise creerle cuando señalaba que respetaría los resultados sea como presidenta electa o ciudadana y la demanda de la mayoría del país de cambio. Por las últimas declaraciones y su postura de que se está cocinando un fraude, creo que me volví a equivocar. ¿Sólo hay un proceso transparente cuando me favorece?)
El hecho de que cualquiera de los dos gane, por algunos miles de votos, no debe hacer perder de vista que deben buscar legitimidad en la otra mitad el país. Gobernar es conducir, es convencer y es concertar.
Un punto en el que están de acuerdo ambos candidatos, es que la igualdad de género no será una prioridad en sus gobiernos, sino que priorizan la familia. Lo han dicho de manera abierta en la campaña.
El tema central, es como seguimos enfrentando la pandemia y como establecemos la continuidad del proceso y el cronograma de vacunación, sin alteraciones ni cambios traumáticos. Lo que mejor convendría al país es que el equipo generado en el sector Salud para este proceso, continúe por lo menos hasta diciembre de 2021.
En cuanto al funcionamiento eficaz del Estado, un cuello de botella a resolver es el funcionamiento de la administración pública en el Estado unitario y descentralizado y la parálisis en la que se encuentra el proceso de regionalización del país, donde los gobiernos departamentales-regionales, de carácter transitorio, se han asentado durante casi dos décadas. ¿Confirmamos que no es posible establecer macrorregiones y reafirmamos al gobierno regional departamental como nivel intermedio de gobierno? La no definición de esta reforma, ha llevado, en el mejor de los casos a la yuxtaposición de funciones entre los tres niveles de gobierno, en los territorios, donde los gobiernos subnacionales debieran ser los ejecutores; y en el peor escenario, a la centralización de funciones transferidas en el marco de la Constitución política. La resolución de este problema coincide con diversos sectores que han propuesto el modelo económico no es el que falla, sino el funcionamiento eficaz del Estado para que llegue el beneficio a todos.
Al igual que el tema de la pandemia, el otro tema de alta demanda ciudadana es sobre la extensión de los beneficios o los cambios del modelo económico establecido en los años 90 y que permitió el crecimiento económico, enfrentar con fortaleza financiera los efectos del COVID 19, peor desnudó la enorme desigualdad generada por la lógica de crecer económicamente para luego distribuir, no incorporó a la mayoría de peruanos que viven en el espectro económico de la informalidad.
Esta distribución de los beneficios económicos que también la hemos conocido culturalmente, como el “chorreo económico” se ha incorporado a nuestra vida cotidiana en relación con los otros y que mantienen o no una dependencia con cada uno de nosotros. Si a nosotros nos va bien, por ende, a los otros les irá bien, porque podremos seguir pagándole sus servicios o consumiendo, aunque eso no esté directamente relacionado con sus sueños personales, vocación u la igualdad de oportunidades.
Si Pedro Castillo no gana las elecciones, el escenario que le espera es tratar de construir una alianza parlamentaria que pueda ser oposición al gobierno fujimorista. Tarea difícil dada la composición política y donde el alejamiento por obtener el gobierno, también decantaría aliados que hoy se encuentran cercanos. Su reto es como ganar representación política en Lima y la zona norte del país.
Sobre Keiko Fujimori, tras una tercera derrota presidencial, tendrá una alianza natural con Renovación Popular y Avanza País con el cual tendrían 44 representantes buscando ganar la presidencia del Congreso y marcar desde el parlamento la disputa política con el Ejecutivo y si piensa en una cuarta postulación presidencial, debe mirar como ingresar a la representación del Perú profundo.