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martes, noviembre 28, 2023

CAOS

Este columnista ha podido conocer que, descartado Roger Najar para la Presidencia del Consejo de Ministros, Dina Boluarte iba a ser la designada en el segundo puesto de mayor importancia en el Poder Ejecutivo. Las fuentes consultadas por quien escribe señalan que la decisión de la designación de Guido Bellido fue comunicada a Boluarte en Ayacucho. ¿La razón? Hasta el momento se desconoce, pero varias versiones apuntan a su distancia creciente de Vladimir Cerrón. Otras al hecho que, en caso se requiera de un recambio en el cargo más alto del país, Boluarte estaba desgastada para asumir la primera magistratura de la Nación.

 

¿Por qué Pedro Castillo ha tolerado este manoseo que lleva a su gabinete al descrédito? Nuestras mismas fuentes se dividen en las posibles motivaciones. Hay quienes aluden a la necesidad de tener un gabinete de choque frente a una presidencia del Congreso que no ha demostrado precisamente modales democráticos, por lo que había que colocar a un presidente del Consejo de Ministros que fuera poco aceptado por los parlamentarios y fácilmente censurable. Otros se decantan por la necesidad del presidente de la República de “quemar” rápidamente al sector cerronista, para poder contar con figuras moderadas en un siguiente gabinete.

 

Pero todas las hipótesis mencionadas en los dos párrafos anteriores quedan cortas frente a la forma y fondo de la ejecución del nombramiento del gabinete Bellido, fuera de las motivaciones que se hayan tenido para su designación. La presencia de una cabeza de equipo ministerial que no puede llamar terrorista a Edith Lagos, un mando medio de Sendero Luminoso que no merece un buen recuerdo, con declaraciones abiertamente misóginas y homofóbicas y que no ha pedido disculpas al país por las mismas. Y que, peor aún, moviliza él mismo un hashtag a su favor en Twitter, en el colmo del patetismo. Un ministro de Transporte y Comunicaciones con dos multas graves. Un titular de la cartera de Ambiente sin experiencia en el sector. Y un flamante ministro de las Culturas cuya experiencia en el sector es bastante frágil, por no decir nula.

 

Es cierto que hay algunos cuadros valiosos en el gabinete, pero lo cierto es que su credibilidad ha quedado mellada. Y con él, la del presidente Castillo. Como pocas veces en la prensa peruana, la unanimidad entre portadas y comentarios de analistas ha sido clara: Guido Bellido no puede seguir siendo presidente del Consejo de Ministros si es que el mandatario quiere seguir teniendo futuro político. Peor aún, la delicada línea política de consenso que Castillo requería para emprender al menos la cuarta parte de su discurso refundacional del país del pasado miércoles ha quedado herida. La designación de Bellido ha quemado puentes con el Partido Morado y Somos Perú que Castillo deberá recuperar con un solo gesto.

 

Si continúa con la estrategia de confrontación marcada por Cerrón, se expone a que un Congreso que no va a dudar en hacerle daño le censure a sus ministros valiosos – por ejemplo, Pedro Francke -, dejándolo que se queme con Bellido y sus cuadros más controvertidos. Y si lo vacan, su soledad hará poco viable que nadie más allá de las bases de Perú Libre se movilice a su favor.

 

Pedro Castillo debe ver lo ocurrido con Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra. Una vez que se quedaron en profunda soledad – el primero por la felonía del indulto a Fujimori, el segundo ante el derrumbe de su muralla moqueguana – perdieron su puesto. Aún está a tiempo de enmendar rumbos. Preferible asumir el error que persistir en él.

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