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jueves, octubre 10, 2024

La Biblioteca Pública: el otro Bicentenario

No hay institución pública más relevante o relacionada con el Bicentenario que la Biblioteca Nacional del Perú que nació como biblioteca pública. Uno de los primeros actos del general José de San Martín, fue crear la Biblioteca Nacional, el 28 de agosto de 1821, a la cual donó parte de su biblioteca personal. Un mes después de la declaración de la Independencia Nacional. El 28 de agosto de 2021 conmemoramos 200 años de la creación de la Biblioteca en el país.

El decreto de creación de la Biblioteca Pública propugna el espíritu de forjar luces y fomentar la civilización: “…los gobiernos libres, que se han erigido sobre las ruinas de la tiranía, deben adoptar otro enteramente distinto…Facilitarles todos los medios de acrecentar el caudal de sus luces, y fomentar su civilización…es el deber de toda administración ilustrada”. Con ello la biblioteca pública ayuda a forjar un “…nuevo temple… el ingenio…”. Y, posibilita el triunfo de: “… las leyes y la tolerancia… origen de todas las acciones nobles. Permitiendo de ese modo: “… la prosperidad de un Estado…”

Este bicentenario de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), con un nuevo gobierno electo, es un tiempo propicio para formular una propuesta integral para el desarrollo y la sostenibilidad de la biblioteca pública, y la promoción de la lectura, con el fin de que el espíritu humanista de don José de San Martín, que puede observarse en su texto “Máximas para mi hija”, pueda concretarse. Una de las miradas en esta conmemoración del bicentenario estará dirigida al estado de situación de la institución bibliotecaria pública y su impacto en el desarrollo humano y sostenible.

La línea de base para alcanzar estos propósitos se haya cuesta arriba como advierte la Encuesta del Ministerio de Cultura en la Política Nacional de Cultura. Casi un 70% de mayores de 14 años, al año 2018, no usa el servicio de biblioteca o sala de lectura, por falta de interés. También existe un cuello de botella normativo-institucional por resolver para un funcionamiento adecuado del Sistema Nacional de Bibliotecas donde la BNP es el órgano rector.

¿Qué se aborda primero, el supuesto desinterés en la lectura o el uso de la biblioteca o se aborda el problema normativo-institucional’? ¿Qué es primero? Los dos se retroalimentan. La falta de interés puede estar escondiendo que no existe la práctica, costumbre o tiempo (costo de oportunidad) de los ciudadanos para revalorar este servicio o el acercamiento a la lectura, hecho que motivaría además construir que nuestra ciudadanía pase de la heteronomía a la autonomía. O, quizá la cultura del espíritu emprendedor en lo económico, tan promovido en las últimas tres décadas, obvie la lectura.

De un lado, el nudo normativo-institucional no permite un funcionamiento descentralizado de la biblioteca pública donde debería definirse la responsabilidad de la creación y sostenibilidad de las bibliotecas, desde un enfoque territorial, y no continuar con la confusión de la responsabilidad compartida. Ayudaría a abordar este problema el que el Ministerio de Cultura termine de aprobar la política nacional del libro y la lectura y fije el nivel de relacionamiento o articulación con los gobiernos subnacionales en relación con la biblioteca pública y la lectura. En el inventario de políticas nacionales del CEPLAN, el sector Cultura tiene sólo tres políticas nacionales, ninguna directamente relacionada con la lectura y la sostenibilidad de las bibliotecas.

MINCUL Política Nacional de Cultura
MINCUL Política Nacional de Lenguas Originarias, Tradición Oral e Interculturalidad
MINCUL Política Nacional para la Transversalización del Enfoque Intercultural

 

La Biblioteca Nacional del Perú (BNP) con el marco normativo-institucional vigente es el ente rector del Sistema Nacional de Bibliotecas (SNB) donde se encuentran registradas 470 bibliotecas municipales, 3 bibliotecas de Gobierno Regionales, más de 16 mil bibliotecas escolares y todas las bibliotecas de entidades públicas. Tiene bajo su responsabilidad a la Gran Biblioteca Pública de Lima y, ahora, seis estaciones bibliotecarias, 5 en distritos del área metropolitana, y, una en Cajamarca, Cutervo. Además, de estas tareas, nada menores, tiene la alta responsabilidad de custodiar, proteger y salvaguardar el patrimonio bibliográfico de la nación, con recursos muy limitados. En otros países de América Latina, como Chile, Uruguay, Paraguay y el Ecuador, las funciones de Biblioteca Nacional y el Sistema Nacional de Bibliotecas están diferenciadas, incluso dentro de la misma institución, con competencias y presupuesto diferenciado.

En nuestro paso por la BNP, aportamos incorporando la mirada y el enfoque territorial para gestionar el SNB, porque sin lo territorial un organismo público ejecutor como la BNP no puede hacer seguimiento desde la capital a realidades territoriales diversas y heterogéneas.

En esa línea, es importante la desconcentración territorial que la gestión de Ezio Neyra ha empezado a concretar desde la BNP con la creación de la Estación de Biblioteca Pública (EBP) de Cutervo, Cajamarca. Idealmente, los organismos públicos ejecutores se desconcentran en funcionarios u oficinas territoriales por todo el país para producir el seguimiento y la articulación, sobre todo con los gobiernos subnacionales. En esta línea territorial también se enmarca el fomento de Red de Bibliotecas Públicas Municipales N° 1 y N° 2 en la provincia de Arequipa y Sullana para mejorar la administración bibliotecaria y la colaboración entre bibliotecas públicas. Además, de generar espacios de promoción y participación ciudadana mediante la lectura.

Tanto las redes de bibliotecas públicas como las Estaciones de biblioteca que se puedan generar en otras zonas del país, deberían contar con personal desconcentrado de la BNP que pueda generar el cumplimiento de los objetivos y la planificación que se establezca desde Lima, en función de cada realidad territorial.

Mediante la descentralización se estableció que, alcanzaríamos el desarrollo integral, como aspira el artículo 188° de la Constitución. La generación de bibliotecas y actividades de fomento de la lectura esta directamente relacionado con ese propósito. Sin embargo, el andamiaje normativo-institucional debe aclararse o modificarse para que la BNP gestione de mejor modo el SNB con un carácter descentralizado.

El marco legal de la Ley N° 27867, Ley Orgánica de Gobiernos Regionales (LOGR) en su artículo 10° fija las competencias compartidas de acuerdo al artículo 36° de la Ley N° 27783, Ley de Bases de la Descentralización y lo replica: “f) Difusión de la cultura y potenciación de todas las instituciones artísticas y culturales regionales”. Se debe suponer que las bibliotecas están incluidas, pero ¿Quién ejerce, que dentro de lo compartido? Tema que la norma no resuelve.

Lo mismo ocurre con la Ley N° 27972, Ley Orgánica de Municipalidades que en su artículo 82° señala que las municipalidades, en materia de educación, cultura, deportes y recreación, tienen como competencias y funciones específicas compartidas con el gobierno nacional y el regional: “11. Organizar y sostener centros culturales, bibliotecas, teatros”. Otra vez, ¿Quién ejerce qué y hasta dónde? Por aclarar y precisar normativamente.

Esta nebulosa sobre competencias específicas compartidas y no aclaradas, en el caso del servicio público de bibliotecas, vale para el conjunto de competencias compartidas que el diseño descentralizador produjo y que no se asignaron o aclararon adecuadamente. Es uno de los problemas por resolver en el diseño de la descentralización, desde hace casi dos décadas.

Sin esta aclaración normativa, los gobiernos subnacionales no incorporaran al servicio de lectura y biblioteca en planes territoriales o de desarrollo concertado y por tanto no se le asignará presupuesto y seguirán al vaivén de la voluntad política de las autoridades. La mayoría sólo mira la inversión en infraestructura, sin percatarse de esta inversión social.

A nivel institucional lo más avanzado en cuanto voluntad política es la creación de la Subgerencia de Biblioteca de la Municipalidad Provincial de Piura, que mediante la Ordenanza Municipal N° 258-02-CMPP crea esta subgerencia, toda una grata novedad en el espectro de las municipalidades.

En el caso de la biblioteca pública, las estadísticas brindan datos duros. Apenas el 25% de 1874 municipalidades tienen una biblioteca según el INEI y a nivel de gobiernos regionales, existen sólo en Arequipa, Puno y Lima Metropolitana. En el resto de gobiernos regionales, ni si quieran se plantean la biblioteca o la lectura como problema público. Consecuencias de una normativa ambigua y la no definición de organizar y sostener las bibliotecas públicas.

La BNP generó, en su oportunidad, visitas de asistencia técnica a bibliotecas municipales en provincias y se comprobó que algunos distritos que figuraban en el Registro del INEI, en realidad, no tenían el servicio activo. Además, en municipalidades y gobiernos regionales la alta rotación de personal, afecta, también, a las bibliotecas cada cuatro años. Hecho que trastoca, por ejemplo, una gestión eficiente que se venia llevando en la biblioteca regional Mario Vargas Llosa de Arequipa y que decae cuando entran nuevas autoridades y nuevo personal.

En la agenda pública regional no existe una prioridad sobre lectura y bibliotecas que se desprende de la agenda sostenida por las autoridades regionales con los sectores en los GOREs Ejecutivos, donde el mayor interés con el sector Cultura es habilitar los Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) para desarrollar proyectos de inversión pública.

El caso colombiano en cuanto a bibliotecas públicas municipales es ejemplificador. Colombia tiene 1540 bibliotecas públicas en sus 32 departamentos. En sus 1310 municipios se han generado 1315 bibliotecas municipales, además de una Red de Bibliotecas constituidas por 28 redes departamentales, 8 redes en ciudades capitales y 13 redes municipales. En España, está normado que una circunscripción territorial con 5 mil habitantes, está obligada a construir y sostener una biblioteca.

Es cierto que la voluntad de crear y sostener bibliotecas no sólo será consecuencia del cambio normativo. También se debe generar la demanda ciudadana sobre la lectura y el servicio bibliotecario, porque uno de los factores del desarrollo humano hoy es lo que denominamos la sociedad del conocimiento y la información, y que se denominan activos intangibles. Siendo el intangible más importante, además de las tecnologías (Tics), la información y el conocimiento. “El conocimiento ha reemplazado al trabajo y al capital como la fuente fundamental de generación de riqueza”, señaló Daniel Andriessen, en su libro Making Sense of Intellectual Capital, del año 2004.

En medio de la emergencia sanitaria, el esfuerzo de la actual gestión de la Biblioteca Nacional del Perú, respecto de la biblioteca pública ha estado colmada de iniciativas y herramientas digitales y desconcentración territorial que mantienen activa la presencia y la necesidad de la biblioteca pública en el país. Estos esfuerzos debieran hacernos devolver la mirada hacia el estado de la biblioteca pública y sus necesidades para hacerla sostenible. Es una responsabilidad del presente, pero sobre todo del futuro que aspiramos en el bicentenario del país.

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