Según la reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos, 58% de la población desaprueba al gabinete ministerial que preside el señor Guido Bellido; la misma encuesta revela que 24% de la población piensa que la situación de sus hogares mejorará con el gobierno del profesor Pedro Castillo y 33% mantiene esperanza, frente a 14% que tiene miedo.
Con esta data y tras cambiar de canciller en apenas tres semanas, este jueves 26 se presentará el gabinete ante el Congreso de la República en busca del voto de confianza.
Bellido genera mucha resistencia en los grupos parlamentarios, incluso en una parte de la bancada de Perú Libre; pero provoca rechazo también en importantes sectores sociales y grupos de influencia debido a su postura frente al terrorismo, la igualdad de género y su homofobia, además de la falta de experiencia en gestión pública. Y no es el único ministro cuestionado; allí tenemos al ministro de transportes que se vio obligado a dejar sin efecto la designación de varios cargos de confianza en plazos cortísimos, o al ministro de trabajo de quien se dice habría tenido vínculos con el movadef.
Mientras escribo esta columna, se especula que el presidente Castillo realizaría cambios ministeriales antes de la presentación ante el Congreso, una movida que podría ayudarle a recuperar algo de confianza. Creo, sin embargo, que –además de cambios en el gabinete- el gobierno debe demostrar en el corto plazo que es capaz de gestionar bien; la vacunatón del último fin de semana no alcanzó la meta de 600 mil dosis que se propuso, un mal indicador que el Gobierno debería asumir como un serio llamado de atención para introducir urgentes correctivos y mejoras en la gestión; no únicamente en el sector salud. Y es que el gobierno de Pedro Castillo no sólo tiene el reto de lograr la confianza del Congreso, sino y principalmente la confianza ciudadana, esa que se obtiene con resultados positivos y palpables que mejoren las condiciones de vida de las personas y las expectativas frente a la situación presente y futura de los hogares y del país, en general.
Para los grupos parlamentarios de oposición, otorgar o negar la confianza al gabinete ministerial no es una decisión fácil. Desde los sectores más duros de la derecha se creó –desde la segunda vuelta electoral- una narrativa según la cual un gobierno de Perú Libre constituiría la instauración del comunismo y el retroceso en el desarrollo, apelando al terruqueo como herramienta principal. Así, ¿Cómo otorgar la confianza a un gabinete que representaría una amenaza para la democracia y la libertad? Para ese discurso radical, incluso la abstención resultaría contradictoria. Las bancadas de la derecha extrema se encuentran, pues, prisioneras de sus propias palabras. Pero, a la vez, está fresca la experiencia de obstruccionismo que practicaron diversos grupos políticos en el quinquenio reciente, una práctica que no permite corregir ni avanzar. El control político es fundamental, pero no produce frutos si no va acompañado de alternativas consistentes, viables y dentro del cauce democrático. Hay un punto en el cual la sociedad no distingue entre oficialistas y opositores y culpa a “los políticos” en general de las fallas en la vacunación, el desempleo, el alza de precios, la desigualdad y la falta de ingresos para atender las más elementales necesidades. ¿Quiere el Congreso en su conjunto hacerse cargo de esto?
Los grupos que buscan ganar el centro político se encuentran ante la oportunidad de equilibrar la exigencia de cambios en la gestión de gobierno con respuestas efectivas a las justas expectativa ciudadanas por mejoras en sus condiciones de vida y progreso. Las bancadas de centro tienen la mayoría de escaños y pueden inclinar la balanza en un sentido o en otro.
El resultado de la presentación del gabinete ministerial ante el Congreso es de pronóstico reservado, en tiempos de pandemia eso es bastante crítico y las familias lo sabemos. El presidente Castillo sabe que el voto de confianza en el Congreso no es sólo sobre su actual gabinete, sino sobre su gobierno y sobre las posibilidades de lograr estabilidad para completar satisfactoriamente su mandato. Puntos suspensivos.
Termino con un llamado a seguir de cerca el proceso de selección y elección de magistrados del Tribunal Constitucional. El Congreso ha formado ya la comisión seleccionadora y desde la prensa se ha dado cuenta de fundamentados cuestionamientos a varios de sus integrantes, situación que debe ser corregida cuanto antes si no queremos reproducir los vicios que frustraron dos veces la renovación del TC en el último periodo parlamentario.