Innovación. En Islandia se dio un hecho inusual, pero más que interesante. El país insular nórdico incorporó a su sistema de trabajo una nueva medida en la que la semana laboral sea de cuatro días.
Sectores como el de los viajes hasta el de la tecnología, han sido incorporadas por diferentes empresas de todo el mundo como motivación para atraer a los trabajadores después de que la pandemia de coronavirus haya alterado su estilo de vida al momento de trabajo.
En países como Alemania, Francia, España e incluso el Reino Unido, la idea de pasar a una semana laboral de cuatro días está ganando más popularidad sobre el futuro de la organización del trabajo.
En una investigación para Radio Francia Internacional(RFI) señaló que durante cuatro años, el pequeño país nórdico ensayó sobre el 1% de la población, que recortó un día de trabajo a la semana, sin reducción de salario. El resultado: empleados igualmente productivos, pero más satisfechos y motivados con su trabajo, además de menos estresados.
«Es innegable y todos los trabajos académicos demuestran que existe una correlación positiva entre satisfacción y productividad», comenta el economista Erwann Tison, director de investigación del think tank Institut Sapiens, en una entrevista con RFI.
«Tenemos experiencias que surgen de todas partes en el mercado laboral, después de todo tenemos la tecnología y la voluntad, sobre todo, de trabajar de una manera diferente. Pero también tendremos que cuidar que la experiencia no acabe en algo completamente loco como trabajar cuatro días, a distancia, en la otra punta del mundo», añadió.
Problemático para los jefes
En la prueba realizada en Islandia, promovida por la capital, Reikiavik, el gobierno islandés y dos grupos de reflexión (Asociación para la democracia y la sostenibilidad y Autonomía), 2.500 personas trabajaron 35 horas semanales en sólo cuatro días. La prueba se centró en el sector de los servicios y contó con la participación de empleados públicos, privados, de escuelas y de hospitales. Se aplicaron modificaciones para mejorar la productividad, como la disminución de la duración de las reuniones y la reducción de las tareas que resultaban inútiles. Los trabajos industriales, que tienden a ser más extenuantes bajo el nuevo esquema, quedaron fuera de la experiencia.
Por otro lado, los directivos y los ocupantes de puestos de mayor responsabilidad tuvieron más dificultades para adaptarse o abandonaron la nueva organización: su carga de trabajo no cabía en sólo 35 horas semanales. Otros simplemente prefieren seguir repartiendo sus tareas en más días de la semana.
«No creo que esta medida deba convertirse en ley, a nivel nacional. Debe ser el resultado de una negociación entre la empresa y sus empleados, después de todo, los casos son todos diferentes, según el sector, la empresa y la vida de las personas», dice Tison para RFI.
Experiencia Europea
¿Cómo puede la experiencia islandesa inspirar a otros países? En Francia, los partidos de izquierda y los ecologistas prometen sacar el tema ya en las elecciones presidenciales del año que viene.
Los franceses ya tienen experiencia en este campo: hace 23 años, el país adoptó el régimen de 35 horas semanales para abrir más puestos de trabajo. Sin embargo, en la práctica, un trabajador francés trabaja 39 horas semanales y, según el INSEE (Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos), la medida sólo ha generado unos 350.000 puestos de trabajo, muy lejos de los 2 millones que esperaba el gobierno socialista que impulsó el proyecto.
Para Erwann Tison, la ampliación de este régimen conllevaría riesgos para el conjunto de la economía. «Habría un gran riesgo de que se convierta en un problema. Los franceses están entre los trabajadores más productivos del mundo y gracias a ello garantizamos el funcionamiento de nuestra economía, generamos el crecimiento necesario para crear nuevos puestos de trabajo, financiamos nuestra protección social y el gasto público», explica. «Reducir la jornada laboral a cuatro días podría amputar drásticamente nuestro PIB y nuestro crecimiento», analiza.
El gobierno del presidente Emmanuel Macron parece estar de acuerdo: evalúa que el país sufre para emplear la mano de obra menos cualificada y la semana de 32 horas acentuaría el problema.
Influencia de la crisis sanitaria
Los vientos de la jornada reducida también soplan en Alemania, donde se adoptó una medida similar en el momento álgido de la pandemia para evitar un mayor desempleo, y la reflexión sobre la perennidad de la semana reducida ha calado. La crisis sanitaria ejerce una gran influencia en el debate tras la implantación masiva del trabajo a distancia.
En España, el partido «Mas País» lanzará en los próximos meses un proyecto similar al islandés, con entre 3.000 y 6.000 trabajadores españoles con 32 horas semanales durante tres años. Unas 200 empresas del país participarán en la iniciativa. Ya en Gran Bretaña, un grupo de 40 diputados ha pedido al gobierno que cree una comisión para estudiar esta posibilidad.
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