La muerte de Abimael Guzmán nos revive la historia del período de terror del Perú entre los años 1980 y 2000. Este cabecillo del grupo terrorista que causó la muerte de aproximadamente 30 mil peruanos y peruanas, representa una época en la cual no queremos regresar jamás. Asimismo, nos lleva a reflexionar sobre la capacidad y facilidad de sendero luminoso para lograr sus objetivos terroristas.
Las teorías son numerosas y no hay una verdad absoluta en las ciencias sociales. Pero los testimonios y relatos desarrollados por Orin Starn y Miguel La Serna, en su libro Ríos de Sangre, nos trasluce un Perú olvidado en el cual el centralismo era aún más fuerte y las garantías de seguridad no eran igual para todas y todos.
El olvido del Estado le facilitaba dos cosas a sendero: primero, la facilidad de atraer adeptos a su ideología por las promesas que vendían y; segundo, podían imponer su ideología a los hermanos de la sierra sin ninguna traba ya que el Estado no les brindaba ninguna seguridad ni protección. Con respecto al segundo punto, las actividades de sendero día a día atemorizaban a los ciudadanos de la zona de la sierra y las acciones del Estado eran lentas para garantizar su protección frente al grupo terrorista que los obligaban a formar parte de sus filas. La poca o nula presencia del Estado en la Sierra hizo propicio el escenario para la expansión de esta ideología extrema encabezada por Guzmán y operativizada inicialmente por su esposa Augusta La Torre.
Lastimosamente, sendero luminoso tuvo más realce en los medios cuando llego los ataques terroristas a Lima. Pero mucho antes de ello, muchos hermanos de la Sierra sufrían violencia por parte de ellos. ¡Memoremos a estas víctimas! Finalmente, también insistamos en el fortalecimiento del Estado en las otras regiones del país, mediante su institucionalización y teniendo siempre al ciudadano como fin del servicio público. Más allá de una ideología, es generar las condiciones de oportunidad de desarrollo para todas y todos en el Perú.
Excelente artículo, muy cierto, si el estado le brinda iguales de condiciones y oportunidades a todos, cualquier sea su origen, no existirá un nuevo «sendero luminoso» nunca más y menos un dictador que someta a los ciudadanos. Un ciudadano instruido podrá generar más un desarrollo positivo para el país, no será abusado por ningún lado y menos será un abusador.