El 11 de setiembre de 1973 el presidente socialista de Chile fue derrocado por la CIA, los militares y los civiles fascistas de Chile, deteniendo un proceso que marchaba hacia el Socialismo por vía pacífica. Nuestro hermano Salvador fue vilmente asesinado y el pueblo chileno sufrió persecución, torturas y muertes durante 27 años con la bestia Pinochet a la cabeza.
El 11 de setiembre del 2001, el pueblo de los Estados Unidos y el gobierno del asesino imperialista George Bush Jr. sufrió los atentados de las torres de Nueva York y el Pentagono, perpetrados por los terroristas-yihadistas de Bin Laden. Ello provocó más de 3,000 muertos Inocentes, miles de heridos e incentivo la invasión imperialista de Afganistán e Iraq con resultados genocidas y la destrucción de esos países.
El 11 de setiembre del 2021, falleció luego de 29 años de cárcel en la Base Naval del Callao, el genocida peruano Abimael Guzmán Reinoso, responsable de miles de muertes violentas y torturas innombrables de personas inocentes, a consciencia de acciones terroristas impulsadas entre 1980 y 1992.
El sufrimiento del pueblo fue enorme, las secuelas físicas y psicológicas de este accionar, ordenado a sus huestes de Sendero Luminoso por el genocida Guzmán, las estamos sufriendo hasta ahora.
Su fallecimiento, ha sido lamentado por muy pocos, como lo será por otro genocida preso como Alberto Fujimori. Esto puede ser un punto de inflexión en la política peruana, hacia una cultura de Paz, Democracia y Sociedad mejor.
Conmemorar las dos primeras fechas es importante en épocas de reconciliación nacional. Sobre la tercera fecha no tenemos nada que celebrar ni desearle paz al genocida, sino más bien que se vaya al último círculo de los infiernos de Dante.