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sábado, septiembre 7, 2024

Disputa por la Memoria, Racismo y Fundamentalismo.

Irma Ganoza Macchiavello

Feminista, Psicóloga. Directora del Centro de Promoción de la Mujer Micaela Bastidas – Trujillo

Nos encontramos en un escenario de polarización y fragmentación, confrontación y disputa que ha marcado la “celebración del Bicentenario” y el proceso electoral en el que, entre otros, la crisis sanitaria actuó como un disparador.

 

Una de sus característica es la evidencia de persistencia del imaginario colonial reflejado en la existencia de un Ministerio que hace referencia a poblaciones vulnerables (no vulneradas), reforzando la visión paternalista sobre estas, desposeyéndolas de poder, denigrando sus identidades, territorios y cultura, responsabilizándolas de cierta manera, de su situación de pobreza y falta de acceso a sus elementales derechos, porque así como en el pasado, el argumento de su inferioridad humana para justificar su sometimiento, exclusión e invisibilidad, sigue presente y alimentada por las élites del poder.

 

Poder que se ha puesto en riesgo frente a la propuesta de un proyecto nacional transformador, de los “vulnerables”, de los poco humanos, a quienes no les corresponde el lugar del poder “según el modelo androcentrista occidental” y que promete derechos, dignidad y justicia. Frente a este proyecto, el poder alimenta el miedo natural que el cambio provoca: “más vale bueno conocido que malo por conocer”, a través de los medios de comunicación que controla, en los que el “terruqueo”, la distorsión, la mentira, la calumnia son sus mejores armas para elevar el miedo y la paranoia.

 

Durante 200 años, con excepción de voces aisladas, la historia oficial es la que ellos construyeron, historia de ocultamiento de las resistencias, heroísmo y luchas de los y las denominadas vulnerables y también de las traiciones e ingratitudes de las clases hegemónicas centralistas, presentes desde la fundación de la República. Traición en la guerra y en la paz, traición a las causas de justicia, igualdad, tolerancia, libertad conseguida con sangre india, negra, mestiza.

 

Esa otra historia que causa temor por su potencial transformador, porque empodera al explotado/a, ignorado/a, está saliendo de su ocultamiento irrumpiendo en el escenario público, denunciando traiciones, reivindicando valores y saberes ancestrales, inteligencias y espiritualidades centradas en la protección de la vida, la humana y la del planeta.

 

Con más ahínco disputan la memoria -relativamente reciente- vinculada al terrorismo, porque es lo que más temor produce. Los hombres y mujeres del pueblo fueron masivamente reclutado/as, asesinado/as, violadas en esta guerra de terror que fue derrotado por el pueblo a costa de sangre, -derramada también por el ejército- y que las clases hegemónica pretenden adjudicar a otros, levantado heroísmos corruptos al poder y denigrando héroes y heroínas reales.

 

El racismo presente desde la conquista a través de diversas expresiones, en magnitudes diferentes en el espacio privado y público, sostenido por la pseudo ciencia y el poder religioso, que elaboraron teorías para privar de inteligencia y espiritualidad -o alma- a los negros, indios, mujeres, para justificar su exclusión, opresión y privación de derechos, en este contexto de polarización ha cobrado fuerza visceral y emana sin proceso secundario en las palabras y actitudes de las élites, en la narrativa construida que induce a pensar que quienes quieren el cambio, es para “que la tortilla se vuelva”. Así la causa por la justicia, igualdad, democracia termina siendo una propuesta de venganza, de envidia, de “resentidos sociales”, ignorantes, incapacitados/as. Discurso que hace carne y fortalece a los grupos fundamentalistas y “Ku Klux Klanes” nacionales.

 

Fundamentalismo que soporta el statu quo, el poder tradicional, especialmente el de género, evidente en un discurso que pretende conculcar los pocos derechos conquistados, porque éstos cuestionan el poder patriarcal. El acceso a los derechos y las propuestas de las feministas, afectan no sólo la hegemonía del poder, sino al modelo económico que, entre otros factores, se sostiene gracias al trabajo gratuito de las mujeres en la producción y reproducción de la fuerza del trabajo que ocurre en el ámbito privado.

 

Lo vulnerable está cargado de racismo, de violencia, inviste de invalidez y suprime potencialidades, pero principalmente invisibiliza a los vulneradores, los exime de responsabilidad hoy y a lo largo de la historia contada por el poder.

 

Cuando las Mujeres y Poblaciones Vulnerables, comprendieron que eran VULNERADAS y lucharon por el cambio, es que se abrió paso la posibilidad de la igualdad.

1 Comentario

  1. Una artículo que deconstruye la mirada oficialista de la discriminación, de las desigualdades en un país que aún requiere sanar heridas desde la interseccionalidad, superando el rascismo y la mirada institucionalista para transformar los territorios. Bravo Imy.

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