La muerte en prisión de Abimael Guzman, me devuelve a la memoria cientos de imágenes, una película sin final, en donde aparecen lo que vimos, vivimos, sentimos, sufrimos del terrorismo que desató el mayor genocidio que conocimos, que nos llevó a los momentos más trágicos de nuestra historia. La CVR estima que la cifra más probable de víctimas fatales de la violencia es de 69,280 personas y 54% fueron atribuidas al terrorismo de SL.
Es cierto que la pandemia ha superado las muertes (198,621). Pero el capítulo del terrorismo no pareciera estar cerrado a pesar de la condena ciudadana y el deslinde contra el terrorismo en nuestro país. Algunas reflexiones sobre las mujeres víctimas del terrorismo.
Como lo señala Narda Henríquez, investigadora feminista en su libro “Cuestiones de Género y Poder en el Conflicto Armando en el Perú. (2006) “El inicio de la violencia política se produce en un momento en que las mujeres experimentaban cambios significativos en sus proyectos de vida, la ampliación de la educación y la experiencia de nuevas formas asociativas abrían espacio para procesos de autorreflexión y expresión de intereses”. Efectivamente, es el momento que el movimiento de mujeres irrumpió en el escenario nacional y fueron duramente golpeadas y asesinadas por el terrorismo.
Como no recordar a Maria Elena Moyano asesinada (febrero-1992) por enfrentárseles con fuerza y valor. Y al dinamitarla, sentó el terrorismo de SL una destrucción corporal femenina sin precedentes en nuestro país. La crueldad que nos dejaron como mensaje, su ejecución sacrificial es imperdonable. Apoyándome en el texto de Rita Segato, La guerra contra las mujeres (2018) donde destaca “la rapiña que se desata sobre lo femenino se manifiesta tanto en formas de destrucción corporal sin precedente”.
El 26 de septiembre de 1991 se llevó a cabo una manifestación multitudinaria del Campo de Marte a la Plaza San Martin, cuyo lema central fue “Contra el Hambre y el Terror.” El mitin convocado por las organizaciones de mujeres, fue la manifestación pública ciudadana más importante de ese periodo. Ya había declarado Maria Elena en sus discursos a las mujeres “Nosotras debemos deslindar claramente con el grupo terrorista” Para la convocatoria a la mencionada movilización ella señala “Vamos a hacer una marcha en contra de estos actos terroristas, de amedrentamiento y en contra del asesinato de una dirigente popular, que rechazamos tajantemente”.
En palabras de Maria Elena Moyano “Se pudo matar a Juana Lopez, dirigente del vaso de leche. Se pudo atentar contra uno de los centros de acopio de la Federación de Mujeres de Villa El Salvador. Pero las mujeres organizadas, que trabajan en los comedores desde 1978, en el vaso de leche desde 1984, están ahí firmes dando el ejemplo, enseñando como construir democracia desde abajo, demostrando que no solo pueden sobrevivir, sino que pueden impulsar iniciativas orientadas a la generación de nuevos empleos, contribuyendo así al desarrollo nacional y a la posterior transformación social”[1]
También destacar algunas de las dirigentes asesinadas por el terrorismo de gran relevancia. En Lima: Juana Lopez dirigente del vaso de leche del Callao asesinada (agosto-1991) Doraliza Espejo dirigente de SJL asesinada (septiembre-1991), Enma Hilario dirigente nacional de comedores atentado (diciembre-1991), Pascuala Rosado dirigente de Huaycan asesinada (marzo-1996).
Y en regiones: Elba Barrientos, presidente del Club de Madres en Acos Vinchos, asesinada (1984), Rosa del Águila Garcia, dirigente de la Central de Madres de Amarilis, asesinada (Tingo Maria-1993),
Sin dejar de mencionar a las mujeres organizadas por encontrar justicia como la Asociación de familiares de Secuestrados, detenidos y desaparecidos del Peru ANFASEP. La Comisión de la Verdad y Reconciliación reconoció y destaco “la persistencia de ANFASEP conformada en su abrumadora mayoría por mujeres ayacuchanas quechuahablantes de escasos recursos. Aun en los peores momentos, con tenacidad y valentía, dichas mujeres mantuvieron viva la llama de la esperanza en la recuperación de sus seres queridos y en la aplicación de justicia para los responsables de su desaparición. En donde sin duda, destacó el trabajo de Mama Angélica, Angélica Mendoza de Ascarza (1929-2017).
Tanto dolor y sufrimiento desató el terrorismo, es difícil de olvidarlo. Lamentable la falta de justicia con cientos de casos de víctimas del terrorismo que quedan en la impunidad, a pesar del encomiable trabajo de los defensores/as.
Seguimos apostando por la memoria, la verdad, la justicia y la reparación a las víctimas. El informe de la CVR, tendría que ser un texto obligatorio en todo el sistema educativo peruano. Rechazamos cualquier intento de inscripción del Movadef en el sistema político electoral y seguiremos apostando por una democracia paritaria que garantice la igualdad de género.
[1] Maria Elena Moyano en busca de una esperanza (textos del libro incluidos)