I
Una de las imágenes que más se recuerda del fugaz paso de Guido Bellido por la PCM es su llegada a caballo a Colquemarca (Chumbivilcas, Cusco) para atender el bloqueo de una carretera que llevaba diez días tomada. La evocación no genera ventura para quienes nos dedicamos a la gestión del diálogo -o como dicen otros, enfatizando lo que no se debe: la “gestión de conflictos”-, sino que produce contrariedad, por la irresponsable manera de abordar estos asuntos que tuvo el también parlamentario.
Una demostración de esa ineptitud fue el ofrecimiento de resolver en sesenta días un problema que tiene varios años. Comunidades de Espinar y Cotabambas (por referirnos solo a las del Corredor Vial Sur), reclamaron un trato similar: la visita y atención del mismísimo primer ministro, aunque luego de su paso por la zona, al menos en Espinar, ya no querían saber nada con Bellido Ugarte.
Esta forma de atender el diálogo, sin estrategia ni evaluación previa, creyendo que la problemática en esa parte del país -o en otra- se soluciona con maniobras performativas o promesas que no toman en cuenta la situación de todos los actores, la profundidad de las demandas, los enredados entramados de la gestión pública, es, por decir lo menos, absolutamente inconsciente. Es cierto que el manejo de los conflictos es uno de los aspectos más políticos en la administración estatal, sin embargo, creer que todo se resume a una artimaña demuestra, entre otras cosas, un enorme menosprecio a los ciudadanos que protestan y a sus peticiones.
II
Menos mal que ese abordamiento ha terminado ya. O al menos, eso parece. En los días precedentes hemos tenido tres conflictos complejos, algunos en fase violenta que se ha sabido atender. Uno de ellos fue el impulsado por los agricultores cocaleros de las zonas de Puno y Madre de Dios opuestos a la erradicación forzosa de la hoja de coca; a pesar del escalamiento del problema se supo canalizar las exigencias y promover un proceso de diálogo que no renuncia al deber gubernamental de luchar contra el narcotráfico, pero tampoco a la obligación de considerar la plataforma de los campesinos.
Otro escenario problemático ha sido (es) el referido a la amenaza de paro nacional de transportistas. Diversos gremios de carga pesada, transporte logístico, interprovincial, urbano, incluso colectiveros, taxistas y mototaxistas preparaban una jornada con distintas reivindicaciones. Incluso se mencionó que esta paralización intentaría ser aprovechada políticamente para debilitar al gobierno, razón por la cual su anunciada suspensión resulta doblemente efectiva.
El tercero fue un conflicto latente, casi siempre, en Apurímac. El distrito de Challhuahuacho, área de influencia directa de la Unidad Minera Las Bambas, inició acciones de fuerza impidiendo el acceso a la ciudad. Para no continuar, reclamaban la presencia del presidente Castillo o de la primera ministra. La crisis ha sido evitada, enviando oportunamente un representante de la PCM, proponiendo una próxima oportunidad de reunión.
Situaciones dificultosas todas que pudieron conducirse con relativa efectividad.
III
Empero, si de lo que se trata es evitar que episodios parecidos se repitan -o por lo menos- se manifiesten lo menos posible, lo fundamental es modificar sustancialmente el modo de llevar adelante el diálogo y la prevención de conflictos. Afortunadamente, eso es lo que hemos escuchado y leído en el discurso de investidura de Mirtha Vásquez.
Después de mucho tiempo se incluyen ideas como diálogo genuino y transformador, generación de confianza, mirada territorial, cumplimiento de lo ofrecido, lógica intersectorial e intercultural, articulación y alianza con la sociedad civil y la empresa privada. Cada uno de estos componentes -y otros como el cierre de brechas-, deben formar parte de un nuevo enfoque que ayude a “gestionar” mejor los conflictos. En esa perspectiva, la institucionalización del diálogo sostenida en un robusto sistema que articule todos los niveles de gobierno, con el objetivo del desarrollo territorial, es trascendental.
Dependerá de los actuales funcionarios -liderados por la primera ministra- que las cuestiones mencionadas se materialicen. De no hacerlo tendríamos que hablar de una oportunidad perdida más.