Cuando el discurso de investidura de un Gabinete se percibe como un trámite más que cumplir, el contenido del mensaje pierde importancia. Y es que predicar en el desierto, no es fácil, la temperatura, las condiciones extremas juegan en contra del mensajero.
La Premier Mirtha Vásquez, se presentó en un escenario caliente, políticamente hablando, con un público de Congresistas dispuesto a encender el fuego al mínimo anuncio a su parecer teñido de rojo.
Se hicieron anuncios importantes. La política de gobierno, presentada dentro del marco de un pedido de nuevo contrato social, de un nuevo pacto constitucional, “que se sustente en objetivos comunes a favor de la igualdad, de la lucha contra la corrupción, de reducción de la pobreza y de la reactivación económica con justicia” señala los límites dentro de los cuales se invita a trabajar en conjunto al Poder Legislativo.
Esta referencia al Contrato social, si bien simbólica, nos lleva ineludiblemente a pensar en Rousseau, Locke, Hobbes, quienes desde diferentes perspectivas vieron en el contrato social, un mecanismo de entendimiento entre hombres, de renuncias a libertades, para pactar derechos y obligaciones dentro de un ente rector llamado Estado en aras de la convivencia y el orden. De ahí la potencia del mensaje de la premier al pedir un nuevo y renovado contrato social.
Ello implica ¿una Nueva Constitución?, ¿Algunos cambios trascendentales? Me inclino por lo primero, sin llamarla así, para evitar el pánico constitucional que genera en ciertos sectores, digamos una reforma total. Lo cual involucra una revisión racional y consciente de la norma madre, que nos lleve a modificarla sin generar inestabilidad. Y eso pasa porque todos tomemos conciencia de que el crecimiento en igualdad es necesario. Que la realidad supera a la norma, y que no podemos vivir a espaldas de ella.
Y acá la referencia a Rousseau vuelve a ser necesaria. En su pensamiento, “realmente existen dos tipos de contrato: uno que crea la sociedad civil positiva y otro que formaliza la sociedad civil corrupta. El primero es el contrato civil por excelencia, pues permite encontrar una solución colectiva a un problema común. El segundo, descrito en su famoso texto Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754), es una especie de acuerdo forzado por engaño dado que pretende legitimar e instituir la creación del Estado en condiciones de desigualdad y dominación de unos pocos, los ricos, que convencen a los pobres de someterse a su poder, mostrando los peligros de la desunión. La primera forma de contrato es políticamente legítima, mientras que la segunda es una expresión de arbitrariedad y, por tanto, es ilegítima.” 1
Estos cambios en el marco de un nuevo pacto social, vienen acompañados en el discurso de la premier de anuncios importantes. El finalmente anunciar la aprobación de la política nacional de desarrollo e inclusión social (PNDIS) es absolutamente importante.
Un hecho que pasa desapercibido o se minimiza su trascendencia es el rol de la política social. Se ha pretendido contener la pobreza, desacelerar su crecimiento, disminuirla en lo que se puede, pero no se ha trabajado diligentemente en ponerle fin y en generar desarrollo e inclusión económica en los que menos tienen. La PNDIS justamente establece los lineamientos para las intervenciones articuladas entre los tres niveles de gobierno con esa mira, intervenciones en las que todos los ministerios participan y hacen un trabajo articulado, marcado por el órgano rector que es el MIDIS. El Cortar la transmisión de la pobreza de generación en generación, abordando cada etapa de la vida del ser humano es por ello vital. De ahí la importancia de cada uno de los programas del MIDIS, a los que se han mencionado con particular relevancia y con prioridad en el presupuesto y en la ampliación de coberturas.
Se ha anunciado, avances en el registro de ollas comunes. Alentador anuncio, que debió complementarse, y seguramente se hará en la exposición del presupuesto, del monto que se asignará a esas 2580 ollas que han surgido durante la pandemia y de la reorganización de comedores populares. Es posible que no todos sean ya necesarios en donde están, que necesiten reubicarse o ampliarse, o fusionarse con las ollas. Análisis y decisiones que deben tomarse. Vale la pena aquí recordar, ya que se hizo mención en el discurso que, Qaliwarma es un programa social de alimentación escolar, cuyos saldos presupuestales durante esta época de pandemia, fueron un “salvavidas” para atender necesidades alimentarias urgentes de la población vulnerable, pero que con el retorno a clases ya no existirán esos saldos, por lo que un presupuesto propio para ollas comunes debe ser considerado.
No quiero cerrar el artículo sin mencionar, lo importante y trascendente de una reactivación económica con y para todos. Algo que no acaba de entenderse. De ahí que la referencia en el discurso de la premier a la reactivación con justicia social, a la inversión con mayor redistribución debe motivar y no alarmar.
El tener ciudadanos vacunados en gran porcentaje, reactiva la economía porque habrán menos contagios y más posibilidad de circular, y abrir negocios. Una mayor inversión privada que priorice los proyectos donde más cantidad de peruanos se beneficien es reactivar la economía. La entrega de bonos, percibida erróneamente como dádiva, ayuda también a la reactivación económica, pues aquellas personas que vieron seriamente limitados sus ingresos durante esta pandemia, con este subsidio económico invierten en su alimentación (eso implica compra de productos), invierten en su educación (servicios) y muchos en sus propios negocios familiares (por ejemplo bodegas).
Pensemos en ese llamado a la unidad, que no se lo lleve el viento, hagamos el esfuerzo por ser más ciudadanos y menos individuos. El Perú lo necesita.
JARAMILLO MARTIN, Jefferson. Significado e impacto del contrato social en Rousseau y Kant. Alcances y limitaciones en la teoría democrática. En Civilizar 12. P.113.