Añadiendo agravio a la ofensa: encima de la crisis por el COVID-19 ahora sufrimos la peor crisis de la política de nuestra historia moderna. Ambos males pesan sobre la ciudadanía ante la incertidumbre de que tengamos una salida auspiciosa. No pretendo en abundar las causas y consecuencias de ambos eventos disruptivos. Mas bien me ocuparé de lo que realmente interesa al ciudadano. ¿Los servicios que el estado le da a los peruanos han sufrido? Si es así: ¿Se van a recuperar? En una palabra, se trata de la RESILIENCIA y paso a explicar de que se trata.
La CEPAL nos dice que la resiliencia institucional consiste en la capacidad de las instituciones para obtener y mejorar los resultados a lo largo del tiempo de forma creíble, legítima y adaptable; la resiliencia también se relaciona con la capacidad de las instituciones para gestionar los choques y los cambios que enfrentan, sean estos externos o internos.[1]
En el Perú, existen instituciones resilientes. Pongo de ejemplo dos instituciones (aunque aclaro que hay más): las Fuerzas Armadas y el Banco Central de Reserva. Ambas tienen un historial de meritocracia; las dos han sido políticamente agredidas por el vendaval que nos sacude: en el BCR hubo momentos de tensión en los cuales se temió que fuera tomado por un Directorio nombrado con criterio político y no técnico, como debe ser. Lo mismo ocurrió en las FFAA, en donde, también por motivos políticos (al menos en apariencia puesto que podrían ser motivos mas sórdidos) se cambiaron a los Comandantes Generales del Ejercito y la Aviación. Pasado el susto (el evento disruptivo) ambas instituciones siguieron funcionando normalmente y la percepción ciudadana nunca dudó en la institucionalidad de ellas. Esto se llama resiliencia.
En términos mas amplios, veamos el sistema financiero en su conjunto. Este está compuesto por el BCR, la Superintendencia de Banca y Seguros, los bancos, cajas de ahorro y similares, y como usuarios tenemos a las empresas y personas naturales. El COVID-19 limitó seriamente la capacidad operativa en un entorno donde existe gran preferencia por la atención bancaria presencial y la transacciones en efectivo, sin embargo, el sistema reaccionó e incremento el uso de las transacciones virtuales y los monederos electrónicos. Al ser electo el presidente Castillo, ante la percepción de riesgo político se generó la fuga de capitales posiblemente mas grande de la historia (17 billones de dólares), mas no hubo inestabilidad en el sistema, se atendió a todos los que legalmente quisieron sacar sus capitales del país y el banco siguió operando normalmente. Es pues un sistema financiero resiliente.
Desgraciadamente las disrupciones causadas por el COVID-19 y el vendaval político que nos azota si han afectado la mayoría de las entidades del Estado, en especial al Poder Ejecutivo, pero lo ocurrido en la educación y en la salud pública ha sido un verdadero desastre.
En cuanto a la educación pública:
Ante el necesario cierre de las escuelas al desatarse la pandemia, el Ministro de Educación de aquel entonces Ricardo Cuenca (profesional respetado y respetable desde mi punto de vista), asumió el bizarro rol de ser vocero gubernamental del avance de las normas de cuarentena y aislamiento con el subyacente mensaje de que la educación pública había pasado a un segundo plano. Por su lado, el gobierno del Presidente Vizcarra pretendió sustituir las clases presenciales con la virtualidad de la internet en un país donde existe escasa penetración de dicho recurso. El planteó que la televisión abierta substituya la labor docente truncada por la pandemia, lo cual es un imposible, pues la educación se basa en la relación directa entre profesor y alumno con contenidos apropiados específicamente para la edad y el entorno cultural del educando. (Es verdad que todos callamos ante ese contrasentido por mostrarnos comprehensivos con el gobierno ante la crítica situación. Queda por hacer un análisis para saber si ello fue lo correcto.).
Fueron pocos de los segmentos privilegiados los que tuvieron algo de estudio mediante la internet. La mayoría ha pasado por un período de mas de 18 meses en blanco, en una edad en que la falta de continuidad en su proceso de formación educacional y social le puede haber dejado secuelas cuyas consecuencias afectarán seriamente su futuro emocional, social y profesional.
El actual gobierno publicó el 23 de diciembre de este año, la Resolución Ministerial 531-2021 que norma el retorno a la presencialidad en las clases. La firma Carlos Gallardo quien ya no es Ministro de Educación desde el martes 21 de diciembre. Hasta el momento de la redacción de este artículo no hay reemplazo para tan importante cargo. La norma señalada limita a 4 las horas presenciales posibles y contiene gran cantidad de requerimientos y protocolos (algunos absurdos como el mostrado en la ilustración del artículo) que van a requerir recursos sin saberse quien o como se facilitan: mascarillas para todos, alcohol desinfectante, lavabos con agua corriente y jabón, mascarillas transparentes para los discapacitados, pruebas de detección del COVID-19, además de conocimientos de disciplina de control sanitario del personal docente, sin señalar como van a ser capacitados. En fin, son muchos vacíos que ya están siendo señalados por los expertos en la materia. Inclusive el ex Ministro Jaime Saavedra ha declarado que quien asuma la titularidad del ministerio tendrá un gran reto por delante.
A todo esto, hay que añadirle la paradoja que el Presidente Castillo es educador de profesión y ha ejercido ese rol toda su vida profesional, aunque en su agenda en educación, el alumno no es el centro si no mas bien la lucha sindical entre los gremios de profesores, focalizándose en encumbrar a su sindicato FENATE PERÚ en la lucha de poder que tiene con el SUTEP.
Jean Gough, Directora Regional de UNICEF en su reciente visita al Perú confirmó que doce países de la región ya reabrieron sus escuelas por completo y pidió al Perú no retroceder en su decisión de hacerlo en marzo.[2] Otras fuentes indican que somos el país latinoamericano que mas atrasado está en el reinicio de clases presenciales. En casa del herrero cuchillo de palo.
En resumen, el sistema educativo público está quebrado: El COVID-19 y la desatención de las autoridades lo han reducido a un ente con incierta capacidad de gestión, mas politizado que nunca, incapaz de recuperarse en el corto plazo y con futuro incierto en el formato que hoy tiene. No es pues resiliente, Fue golpeado por la pandemia y la política y no hay indicios de que se pueda recuperar sin un gran esfuerzo de todos. Que al sistema educativo sea resiliente es una necesidad.
Es necesario introducir en el debate de la cosa pública el objetivo de volver resilientes a sistemas tan importantes como la educación y la salud, ya que se tratan de políticas de Estado. Ya hay instituciones e el Perú que tienen resiliencia. No es ciencia ficción. Es alcanzable. Aquí hay una tarea para quienes deseen reales reformas, y que estén dispuestos a salirse de su zona de confort.
[1] CEPAL, Instituciones resilientes para una recuperación transformadora pospandemia en América Latina y el Caribe, Octubre 2021.
[2] https://www.unicef.org/peru/comunicados-prensa/unicef-confirmo-doce-paises-region-america-latina-caribe-reabrieron-escuelas-peru-decision-marzo-visita-jean-gough-peru